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Han superado siglos y trascendido su labor primigenia, instalándose en el imaginario colectivo. Pasaron de ser historias que intentaban explicar el mundo a fábulas que lo impregnan de misterio y magia. Conocer las leyendas de cada lugar ayuda a saber más de quienes lo habitan, de sus miedos y esperanzas. Partimos en busca de relatos que hicieron vibrar el alma infantil, narraciones plagadas de seres nunca vistos, pero que habitan la memoria.
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El pastor y espejo de la lamia
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Dicen que las lamias son bondadosas, siempre que nos les toquen el peine de oro con el que desenredan sus cabellos ni el espejo en el que les gusta mirarse. Justo esto último hizo un pastor, firmando así el último día de su humana existencia. Caminaba por el bosque de Goiuri cuando vio a una bañándose en el río Oiardo. Recordó entonces lo que le habían contado, que aquel espejito, espejito mágico, no decía la verdad como el de la bruja de Blancanieves sino que hacía realidad los deseos. Así que se frotó las manos y, en un descuido, lo robó.
La lamia logró encontrar al ladronzuelo al cabo de unos días. Dormía con el objeto entre sus manos. Despertó al tunante y le preguntó su nombre. ‘Urjauzi’ (salto de agua en euskera), respondió él y, sin meditarlo, lo convirtió en cascada. No es un final triste, teniendo en cuenta que acabó transformado en algo bello, peor hubiera sido llamarse ‘Txerri’ y poner fin a sus días hecho chorizos.
Gujuli atrae a muchos por su paisaje, encanta la caída del Oiardo, nutrido por los arroyos Basabe y Jaundia desde más de cien metros de alto. La erosión del agua ha esculpido las rocas calizas del entorno creando un paisaje digno de leyenda. A 30 kilómetros de Vitoria, en la carretera que une Murgia y Orduña, el acceso es sencillo. Desde el aparcamiento cercano hay un paseo de un cuarto de hora por camino señalizado. También puedes llegar de Urkabustaiz a través de una ruta algo más larga, unos 7 kilómetros entre bosques de hayas y robles preciosos en otoño.
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El águila y el cráneo
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Cuentan antiguas narraciones que Ziortza nació en el año 968 gracias a la decisión de un águila. El ave sobrevolaba el cementerio de Santa Luzia cuando descendió en picado para elegir un cráneo. Ese día, los feligreses que asistían a la misa de la Ascensión contemplaron como la parte del esqueleto bajaba de los cielos para posarse en el futuro lugar sagrado. En esos terrenos construirían la iglesia de Santa María de Zior-tza, única colegiata de Bizkaia por entonces y monasterio hoy en día. Fue Gonzalo de Mena, obispo de Calahorra, quien ordenó levantar y ampliar el templo. Un devastador incendio acabaría con la mayor parte del conjunto monumental a mediados del siglo pasado. Por eso cayó en el olvido, hasta que monjes cisterciense del monasterio de La Olivia volvieron a impulsarlo.
Declarado Monumento Nacional de Euskadi, cuando te acerques a verlo comprobarás que cuenta con la gótica iglesia de Santa María (XIV), que guarda uno de los órganos más antiguos de Bizkaia; el claustro renacentista; la puerta Oeste, con el escudo de armas de las familias Múgica y Butrón; la puerta Este, donde una imagen del águila con el cráneo entre las garras recuerda la leyenda, y el antiguo hospital de peregrinos, usado como hospedería. El municipio forma parte de la ruta costera del Camino de Santiago y conserva el trazado original de la calzada medieval desde Bolívar.
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Mari y la pastora
Aceptó y pasaron siete, mientras aprendía a hilar y el lenguaje de los animales. Terminada por fin la faena, recibió un pedazo de carbón que ella miró sospechando haber sido engañada. Pero al salir de la cueva, el mineral se convirtió en oro y pudo comprar no solo sus ovejas, sino una casa.
Si quieres poner a prueba la generosidad de Mari, puedes ir a buscarla al Txindoki partiendo de Larraitz. Dudamos que se te aparezca, pero esto es como la lotería, si no pruebas, no toca seguro. Aunque no logres el tesoro dorado, caminar a través de la Sierra de Aralar es un lujo. La senda circular sale del parking y es bastante accesible, sin mucha dificultad técnica, aunque en pendiente. Serán algo más de 9 kilómetros (consulta el track en wikiloc). Cerca de la cumbre, afina la vista. Busca tu objetivo y disfruta del paisaje.
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Guiomar y el unicornio
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Por lares vascos también existen historias con unicornios. Parece que Sancho el Magnánimo, rey de Navarra, y su esposa, doña Aldonza, criaron dos hijas. Violante y Guiomar se llamaban las jóvenes, a las que muchos pretendían por su belleza. Los caballeros caían rendidos. Uno se enamoró perdidamente de Guiomar, quien resulta que también lo amaba. Pero la guerra acabó con el romance, él cayó en la batalla y a ella la invadió la tristeza. La desgracia había prendido en la familia. Murió la reina y enfermó el rey. La única manera de sanarlo era una pócima que requería cuerno de un unicornio habitante del bosque de Betelú.
Capturarlo parecía complicado, era preciso el valor de una doncella que no hubiera sentido los estragos del amor. Guiomar no valía, así que enviaron a Violante. Pero la pobre huyó aterrorizada nada más escuchar a aquel ser mágico. Así que su hermana reclutó a varios ballesteros y partió decidida a probar suerte. Mal hecho, el animal enrabietado la atacó, atravesándola con su cuerno. Trasladaron su cadáver con la cornamenta clavada hasta el cuarto del monarca, quien logró cocinar el brebaje y recuperar su salud. Pero acabó muriendo de pena por la pérdida de su querida hija.
El robledal de Oroz-Betelu es uno de los bosques de la especie Quercus petraea mejor conservados en la Península Ibérica, y el de mayor interés en Europa. El roble albar, que surgió en la zona hace más de 7.000 años, convive allí con hayas, abedules y castaños. Visitar la zona, recomendada para público en general y personas interesadas en botánica, resulta sencillo, precioso en esta época. En Olaldea nace un camino hacia Aribe. Antiguamente lo usaban los vecinos que acudían a buscar leña o a trabajar en las minas de hierro. Enseguida contemplarás los árboles a través de la senda principal. Se accede a ella desde la carretera local NA-2040 que conduce a Oroz-Betelu y parte del kilómetro 21 de la NA-140 Garralda-Aribe.
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