Dinamitados y reconstruidos, escenario de victorias, protestas, resbalones… Puentes de Bilbao
Recorrido histórico y visual por los 17 puntos que unen ambas orillas de la ría, desde los ajusticiamientos a condenados en San Antón hasta la avioneta que aterrizó en La Salve
Han sufrido con los embates de la Historia, destruidos en la Guerra Civil para evitar el paso de las fuerzas golpistas y por la fuerza de las inundaciones de 1983 y de las muchas riadas y ‘aguaduchos’ de los últimos siglos.
Reconstruidos después. Han sido escenario de la actividad terrorista de ETA, de graves accidentes, de protestas de toda índole: ecologistas colgados con cuerdas contra la crisis climática, trabajadores en lucha por sus puestos de trabajo…
A su cobijo se han guarecido drogadictos para pincharse a escondidas en la época dura de la heroína. Atascados por reiterados y monumentales atascos. Incluso uno de ellos ha servido ¡para aterrizar una avioneta! El mismo desde donde se tiran ahora clavadistas en competición mundial. Bajo ellos pasó la gabarra del Athletic victorioso.
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El archivo de EL CORREO guarda auténticas joyas, fotos que merece la pena recuperar y que sirven para saber cómo fueron y cómo son los puentes de la ría de Bilbao.
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1. Santa Isabel: aguas arriba, donde la ría deja de serlo
¿Dónde empieza una ría? Justo en el punto en el que las mareas dejan de notarse y, en el caso de la de Bilbao, ese lugar está justo bajo el puente de Santa Isabel, que une Bolueta con La Peña, el primer paso que cruza la nuestra.
El que podemos atravesar hoy es producto del desastre de las inundaciones de 1983, pues se llevaron el anterior y hubo que encargar uno nuevo, inaugurado en 1987.
Tiene 164,4 metros de longitud distribuidos en tres vanos (99 metros en el central) y 11 metros de ancho, con acera y dos carriles para coches. Y guarda poco parecido con su predecesor.
El anterior, malogrado por la riada de hace 40 años, fue el primer puente importante de hormigón que se construyó en España, y por él discurrió el famoso tranvía que unió Bilbao con Durango y Arratia entre 1902 y 1964, año en que dejó de funcionar y dio paso a los automóviles. Por ese motivo se le llamaba el puente del Tranvía de los Caños.
Se conservan imágenes de él, preciosas fotos en blanco y negro, con sus cuatro arcos de 35 metros de luz (distancia entre los pilares) y el tranvía con el nombre de Bilbao bien visible en el frente.
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2. Pasarela de Ibaieder (y el recuerdo de la Isla de San Cristóbal)
Una sencilla pasarela peatonal construida muy cerca del puente de Miraflores tras el desastre de las inundaciones une La Peña, a la altura del número 70 de Zamakola, justo donde comienza el parque de Ibaieder, con la otra orilla, con el Paseo de los Caños que comienza al final de Atxuri.
En esa zona, muy cerca de donde hoy se ubica el parque Ibaieder, hubo hasta 1983 una isla, la de San Cristóbal, que en medio del cauce del río albergó desde mediados del siglo XIX una planta de captación y tratamiento de aguas, un precioso edificio modernista con dos chimeneas de hasta 25 metros de altura.
El islote se comunicaba con la tierra de ambas orillas a través de tres puentes. Destruidos en la Guerra Civil, fueron reconstruidos, pero la riada de 1983 provocó tales daños en la zona que el Ayuntamiento decidió hacer obras en el cauce dejando la zona tal y como la conocemos hoy.
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3. Miraflores, problemas con el subsuelo horadado por las minas
Desde 1995, la silueta del puente de Miraflores forma parte de la foto de Bilbao.
Fue el segundo puente elevado sobre la ría después de la apertura, 23 años antes, del de La Salve (el puente colgante en realidad va muy cerca del agua).
Conecta Bolueta con la autopista A8. Entró en servicio más tarde de lo esperado por parones en la construcción debido a la inestabilidad del terreno, con un subsuelo horadado por numerosas galerías de las antiguas minas de Miribilla, la Sílfide y la Malaespera.
A causa de todos los problemas generados, se abrió al tráfico sin acto de inauguración oficial.
Finalmente, en 2019, la Diputación instaló las vallas de seguridad necesarias en los bordes de las dos aceras para habilitar el paso a los peatones, separarles del tráfico y, también, impedir suicidios.
Consta de un tablero de 25 metros de ancho y 316 de longitud que conecta ambas márgenes y de un arco que lo sustenta.
El puente tiene 14 dobles columnas y en el centro se apoyan sobre el arco de 148 metros de luz y 50 de alto.
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4. San Antón son en realidad dos puentes
Hay una foto muy poco conocida que aquí aportamos donde conviven los dos puentes, el antiguo y el nuevo, de San Antón.
En ella se ve detrás, más alto, más tosco, pero impresionante, el primigenio, con subida en cuesta hasta su centro y luego bajada, algo más aguas abajo que el actual, junto a la iglesia de San Antón pero del lado del mercado de la Ribera.
También hay imágenes de él en solitario, imponente, el mismo que forma parte del escudo de Bilbao y del Athletic.
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Se inauguró en 1463: construido en piedra, gótico y con dos arcos, relevó a uno anterior que, dicen, databa de antes de la fundación de la villa, en 1300.
El antiguo puente de San Antón fue durante siglos el único que posibilitó a los bilbaínos cruzar a la otra orilla. En él se ajusticiaba a los condenados atándoles una piedra al cuello y arrojándolos al cauce.
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Los dichosos aguaduchos o riadas acabaron por hacerle tanto daño durante su larga vida que, a finales del XIX, el Ayuntamiento decidió construir el que hoy conocemos, aguas arriba, hacia Atxuri.
Abierto en 1880, sufrió daños por la última guerra carlista, pero fue reconstruido para ser derruido de nuevo, volado, como todos los puentes sobre la ría, para evitar el avance de las tropas franquistas.
Reconstruido en 1937 es desde entonces como lo vemos hoy día. Todo un símbolo que resistió el desastre de las inundaciones de 1983, pese a que la fuerza de la ría abrió las puertas de la iglesia y sacó hasta los confesionarios, que bajaban flotando como un mal presagio.
En los 80, este puente, igual que otros, acogió a las víctimas de la heroína, que buscaban sus bajos como cobijo. El archivo de EL CORREO también guarda fotos de casos de sobredosis en sus inmediaciones, reflejo de una época y un problema que marcó a tantas y tantas familias.
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5. La Ribera fue antes el primer puente colgante
En el mismo lugar donde hoy cruzamos el Puente de la Ribera, también conocido como de San Francisco, ha habido varios puentes a lo largo de la Historia.
Entre los más importantes, uno de madera a cargo de los monjes franciscanos desde finales del siglo XVIII; tenían su convento en la margen izquierda y por él accedían a las Siete Calles.
Los franceses lo quemaron en 1813, cuando huían del acoso de las tropas españolas en la guerra de la Independencia (1808-1814).
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Después se construyó uno de piedra, para más tarde dar lugar al primer puente colgante de Bilbao.
Y no nos referimos al de Portugalete, sino al de la canción (No hay en el mundo / puente colgante / más elegante / que el de Bilbao), cantada ya antes de la construcción del coloso que conocemos hoy día con ese nombre.
Porque ahí, donde ahora cruzamos esa pasarela peatonal de piedra, hubo un paso suspendido por cadenas de hierro entre 1827 y 1874.
Destruido por la guerra carlista, tomó el relevo en 1881 el Puente de Hierro, así conocido, hasta que fue volado en la Guerra Civil y sustituido finalmente por el que hoy cruzamos.
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6. La Merced, junto a la iglesia que ya no lo es
Se llama así porque desemboca en la antigua iglesia de La Merced, hoy desacralizada y convertida en la sala de conciertos Bilborock.
Como el de la Ribera, ha sido destruido y vuelto a hacer en varias ocasiones. El primero fue de madera hasta que en 1891 se contruyó uno en piedra que fue dinamitado en 1937. Posteriormente se levantó el actual.
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Las farolas del puente exhiben unos seres alados que llegaron allí para la reforma que hubo que hacer tras las inundaciones de 1983, y pocos saben que antes estuvieron en el antiguo puente del Arenal.
Hay quien pasa la palma de la mano por su lomo para que la suerte le visite…
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7. El Arenal. Buscando sus orígenes en un puente de Leioa
¿Qué tiene que ver el puente Udondo de Leioa (sobre la desembocadura de los ríos Gobela y Udondo) con el bilbaíno puente del Arenal?
Con el actual poco, pero antes del que a diario cruzan miles de personas y vehículos hubo uno de hierro construido entre 1845 y 1848 por el bermeano Antonio de Goikoetxea y llamado el de Isabel II.
Fue el primero levantado en España con este material y el tercero en aquel momento que cruzaba la ría (tras el de San Antón y el colgante de La Ribera o San Francisco).
Una de las fotos antiguas lo muestra bien, con sus cinco tramos de forjado apoyados sobre gruesos pilares de piedra, y el tramo central levadizo para dejar paso a los barcos.
El año 1874 fue nefasto para él, pues el Sitio de Bilbao y una riada que le afectó en los pilares de la margen izquierda acabaron por dejarlo fuera de circulación.
Adolfo de Ibarreta recibió el encargo de diseñar el que hoy conocemos así como el de reconstruir los puentes de Leioa y Lutxana, dinamitados por las tropas carlistas.
Y aquí está la conexión, pues el ingeniero decidió reciclar una de las partes del puente; uno de los dos arcos cercanos a la margen derecha (se ve en la foto de arriba) estaba en buen estado y fue utilizado para volver a poner en pie el de Udondo.
De hecho es el arco que aún hoy sustenta la pasarela, lo que da carácter histórico y extrema importancia a este paso.
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El nuevo puente proyectado en lugar del de Isabel II, ya con estructura fija y de piedra, empezó a llamarse como el lugar donde se encontraba, el Arenal.
Primero más modesto, y en 1903 ampliado para soportar el tráfico de personas y coches, incluido el tranvía.
Como el resto, fue derruido en la Guerra Civil y una pasarela flotante colocada sobre gabarras hizo su función hasta que pudo ser reconstruido en hormigón y rebautizado por el bando franquista como el Puente de la Victoria. Volvió a su denominación actual en 1980.
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8. Ayuntamiento. Donde existió el puente giratorio del Perrochico
Hubo casi en el mismo lugar donde hoy está el puente del Ayuntamiento otro llamado del Perrochico o de San Agustín, del que aún se conservan fotos. Inaugurado a finales del siglo XIX, en 1892, era una bonita pasarela de hierro que giraba horizontalmente para abrirse y dejar pasar por el medio las embarcaciones.
Se llamaba de San Agustín por el convento que había allí y sobre cuyas ruinas se edificó el Ayuntamiento, aunque el peaje cobrado por su paso, la ‘perra chica’ de cinco céntimos de aquel entonces, provocó que lo rebautizaran con ese otro nombre.
‘Vivió’ 45 años, hasta que fue volado en la contienda civil. Desde principios de siglo se había estado proyectando un nuevo puente, que estaba ya listo cuando el ‘Perrochico’ fue derruido.
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El nuevo, el actual, se construyó móvil, una pasarela que se abría por la mitad en vertical y que lo estuvo haciendo hasta 1970, cuando fue sellada, pero se conservan fotos que lo atestiguan y también subsiste en uno de sus extremos la caseta de maniobras. Se inauguró en 1934 y también fue semidestruido en 1937. Las tropas franquistas lo denominaron entonces puente del General Mola, hasta que en los 80 recuperó su nombre.
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9. Zubizuri. El polémico y resbaladizo hijo de Calatrava
La pasarela blanca peatonal suspendida a 10 metros del agua se abrió al público en 1997 con gran algarabía y curiosidad, pues venía firmada por el prestigioso arquitecto Santiago Calatrava. Pero las primeras lluvias volvieron tan resbaladizas las losetas de metacrilato del piso que muchos bilbaínos dieron con sus huesos en el suelo, lo que obligó al Ayuntamiento a colocar una moqueta en sus 75 metros de longitud para evitar mayores desastres.
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Por si esto fuera poco, Calatrava denunció al consistorio por la decisión de añadir junto a su puente una pasarela para llegar a las torres Isozaki.
El arquitecto acabó ganando la demanda y recibió 30.000 euros de las arcas bilbaínas en concepto de indemnización.
Pese a todo, su silueta esbelta se ha convertido en seña de identidad de la villa y es transitado a diario por miles de caminantes.
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10. La Salve, campo de aterrizaje y trampolín
El puente de La Salve se inauguró en 1972 bautizado como Príncipes de España, aunque nadie lo llama así. Vino a intentar aliviar el denso tráfico de la ciudad.
Fue el primero del país diseñado con un sistema de tirantes y tablero metálico. 24 metros de caída le separan del agua, y de hecho su altura ha sido aprovechada desde 2014 y durante varios años para la competición de saltos de Red BullBull Cliff Diving, posibilitando fotos nunca imaginadas desde la apertura de este puente, el primero en altura de Bilbao.
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Aunque tampoco nadie imaginó que un día funcionara como pista de aterrizaje, pero así fue el 14 de diciembre de 1975, cuando una avioneta de publicidad con un cartel de los almacenes Martín Aldazábal, del Casco Viejo, lo intentó utilizar para tomar tierra después de que se le parase el motor.
La intención del piloto era aterrizar en la parte de la autovía que desciende al puente, hacia el centro de la ciudad, aunque al bajar se golpeó en una farola y cayó en sentido contrario, hacia Begoña.
Lo importante es que sus tripulantes salvaron la vida.
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Desde 2008, los peatones pueden subir a él utilizando gratis sus dos ascensores, instalados en 1988.
El Arquitecto Frank Gehry decidió ‘integrar’ el puente dentro del Guggenheim, y una de sus torres queda ‘abrazada’ por el museo.
Para acabar su modernización, con el objetivo de celebrar el décimo aniversario de la pinacoteca, se instaló en 2007 sobre la estructura de los pilares la obra Arcos Rojos, del artista francés Daniel Buren.
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11. Pedro Arrupe, una pasarela que parece libélula
La pasarela de Pedro Arrupe fue llamada así en honor al recordado cura jesuita bilbaíno, que, como curiosidad, fue el único testigo español de la bomba atómica de Hiroshima. Inaugurada en 2003, conecta el paseo de la Ribera de Abandoibarra con la Avenida de las Universidades y la Universidad de Deusto.
Construida en acero duplex y madera tropical, de lapacho, aporta a muchos la sensación de estar caminando por la cubierta de un barco.
Su visión desde abajo, o desde arriba, recuerda a la silueta de una libélula, de ahí que algunos la llamen así.
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12. Deusto, el puente levadizo por excelencia
El puente de Deusto, concebido por Ricardo Bastida, se inauguró en 1936, después de seis años de obras y en plena Guerra Civil, con lo que un año después y como el resto de puentes de la villa fue dinamitado para dificultar el acceso a las tropas nacionales. Sufrió daños graves en una de sus partes, aunque fue reconstruido sin problema y bautizado como puente del Generalísimo, en honor a Franco, nombre que mantuvo hasta 1979.
En los años 90, aún eran habituales sus aperturas, teniendo que esperar los viandantes a que los buques pasaran por debajo, pero desde 1995 las izadas fueron mucho más ocasionales y con la construcción del Euskalduna, aguas abajo y fijo, ya no volvió a abrirse.
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Entre 1984 y 1988, el puente de Deusto fue escenario de las movilizaciones y protestas realizadas por trabajadores de Astilleros Euskalduna, que veían peligrar sus puestos de trabajo, con duros enfrentamientos entre estos y la Policía.
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13. Euskalduna: el freno a los barcos más grandes
El puente Euskalduna entró en funcionamiento en 1997 y permitió enlazar la A-8 con el alto de Enekuri sin atravesar Deusto. Discurre entre la plaza del Sagrado Corazón y Botica Vieja, sobre los antiguos Astilleros Euskalduna.
Su torre de iluminación de 45 metros se ha convertido en símbolo del puente. Al ser una estructura fija, los barcos ya no pueden ir más aguas arriba, con lo que deja inservible la apertura del puente de Deusto, en desuso pero sin clausurar, como ocurre con el del Ayuntamiento.
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14. Frank Gehry
Se construyó de forma simultánea a las obras para convertir la península de Zorrozaurre en isla, siendo así de paso necesario para llegar a este destino al menos hasta que se abra el puente de San Ignacio, más adelante.
Se inauguró en 2016 tras la colocación de las 20 piezas prefabricadas de entre 25 y 75 toneladas. Tiene 75 metros de trazado con 28 de ancho que albergan cuatro carriles de circulación para coches, dos en cada sentido, y un bidegorri, además del paso para peatones.
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15. San Ignacio-Zorrozaurre, aún sin abrir y a la espera de un nombre femenino
Se llama de momento el puente de San Ignacio-Zorrozaurre, pero está a la espera de ser bautizado definitivamente con un nombre femenino. Aún sin abrir, conecta la calle Islas Baleares de San Ignacio con la isla de Zorrozaurre.
Es un puente compacto, sin juntas de dilatación, con 75 metros de largo por 28 de ancho, igual que el de Frank Gehry.
Es de acero inoxidable y hormigón y no tiene apoyos en el cauce. Sobre el tablero sobresalen dos arcos simétricos y paralelos de 34 metros en su parte más alta. Se colocó en una sola pieza en 2020, pero la pandemia retrasó su finalización.
Tiene dos aceras para los caminantes, dos carriles para autobuses y taxis y otros dos para coches.
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16. Rontegi
El Puente de Rontegi cruza la ría entre Barakaldo y Erandio. Su construcción se inició en 1977 y se terminó en tan solo dos años, pero como los accesos no estaban listos, no pudo abrirse al tráfico hasta 1983.
Solo está habilitado para el paso de vehículos a motor y se alza imponente a 42 metros del agua con pleamar.
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Ha sido testigo de numerosos atascos durante muchos años, uno de ellos provocado por la actividad de ETA; en 1994, la organización terrorista abandonó dos mochilas cargadas con amonal bajo el puente, cerca de los pilares, lo que provocó su cierre hasta que la Ertzaintza pudo localizar los artefactos.
Los conductores quedaron atrapados, con caravanas de seis horas por ambas márgenes.
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17. El Puente Colgante
Estamos hablando del primer puente con transbordador de estructura metálica.
Inaugurado en 1893, vino a dar servicio a las miles de personas que a diario cruzaban por ese punto en diferentes embarcaciones.
Fue una iniciativa de un grupo de empresarios que contrataron a un discípulo de Eiffel, Alberto Palacio Elissague, para hacerla realidad con la fusión de dos innovaciones tecnológicas, la ingeniería de puentes colgados con cables y las grandes maquinarias movidas con vapor.
Como resultado, esta colosal obra que une Las Arenas con Portugalete y transporta a tres millones de personas cada año.
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Primero se colocaron las torres, de 51 metros de altura, y después las vigas que las unían, que fueron izadas desde una gabarra, y sobre las que se colocó un tablero a 45 metros sobre el agua.
Solo tardaron 3 años en todo el proceso hasta que pudo abrirse. Con la Guerra Civil, fue dinamitado, provocando que el travesaño cayera al agua solo cinco días antes del fin de la guerra.
Fue reconstruido y hoy es símbolo de Bizkaia y un monumento reconocido a nivel mundial.
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El futuro
All Iron Zubia, una pasarela giratoria para peatones y bicis
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Y el próximo puente ya está proyectado, el que hará el número 18.
Unirá Erandio con Barakaldo con una pasarela giratoria que se abrirá en horizontal para permitir el paso de los barcos y que posibilitará a peatones y ciclistas cruzar la ría por ese punto.
Tiene nombre, All Iron Zubia, en honor a las empresas transformadoras del hierro instaladas en el área del río Galindo, homenaje al pasado industrial de la zona.
Será una estructura metálica con dos tramos móviles y dos fijos que estará apoyada en 12 pilares anclados al lecho de la ría. Entre ellos habrá una distancia de 27 metros, menos en la zona central, donde tendrá 60,2 metros y 20 en sus dos vanos contiguos.
Los tramos móviles girarán en el sentido de las agujas del reloj; el cercano a Barakaldo mirará aguas arriba, y el de Erandio, hacia el mar.
Posibilitará una anchura navegable de 50 metros y en realidad, la mayoría de las embarcaciones pasarán por debajo sin necesidad de abrirlo, pues tiene un hueco de 6,5 metros con la pleamar.
Será el único paso movible en la Ría, después de la clausura del del Ayuntamiento y del abandono del de Deusto.