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Los nuevos gurús del vino ( a la sombra de Robert Parker) ¿Por qué el crítico de vinos más influyente aún tiene tanto poder si lleva años jubilado?

Durante cuarenta años, la lista Parker ha dominado el mundo del vino. Y lo sigue haciendo, aunque su inventor, Robert Parker, lleve años retirado. Ahora, nuevos gurús empiezan a hacerle sombra.

Carlos Manuel Sánchez

La nariz de Robert Parker, en su momento asegurada por un millón de dólares, aún dicta sentencia en el mundo del vino, a pesar de que el crítico más influyente de la historia se retiró hace años. La puntuación que inventó (una escala de 50 a 100 puntos) sigue siendo el estándar mundial. La obtención de una valoración superior a 95 lanza un vino al estrellato.

Sin embargo, Robert Parker (Baltimore, Estados Unidos, 76 años) se jubiló en 2019, después de haber catado 10.000 vinos cada año (y recordarlos todos, se jactaba), pero antes, en 2012, ya había dejado de ser el editor jefe del legendario boletín que fundó en 1978, The Wine Advocate, adquirido por un fondo de Singapur y luego por el grupo francés Michelin. Reconvertido en una plataforma web para suscriptores con la mayor base de datos (450.000 referencias de 25 países), su firma refulge en el frontispicio y continúa imponiendo su ley, como el cadáver del Cid, atado a su caballo, seguía ganando batallas.

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Lisa Perrotti-Brown: la discípula de Parker. Crítica, autora y Master of Wine nacida en Maine (EE.UU). Reseña vinos para The Wine Advocate y RobertParker.com.
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Y es que su retirada se hizo de manera tan discreta que el gran público aún cree que es el propio Parker quien cata y califica estos vinos. No es así; lo hace un equipo de nueve expertos que se reparten cada zona del planeta. Si el vino es de España, Argentina o Chile, el encargado es el madrileño Luis Gutiérrez, que lleva realizadas más de 36.000 notas de cata.

Durante los últimos cuarenta años, el mundo del vino ha vivido a la sombra de Parker, que iba para abogado y descubrió su vocación en un viaje a Francia. Se propuso ser el defensor de los consumidores, pues consideraba que muchos críticos, ligados a bodegas, tenían un conflicto de interés. Creó una escala fácil de entender coronada por el mítico 100 de Parker, el vino perfecto, el néctar de los dioses.

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Jancis Robinson: la anti-Parker.Master of Wine inglesa, periodista y editora de libros. Escribe en Financial Times y jancisrobinson.com.
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Los franceses lo consideraban un joven y arrogante yanqui hasta que en 1982 saltó a la fama. Fue durante una venta anticipada, una práctica tradicional en Burdeos, donde cientos de vinos se venden mientras aún están en barrica. Este tipo de transacción permite especular, como en el mercado de futuros de la Bolsa, pues se pueden adquirir a un precio más bajo de lo que costarían una vez embotellados. «Había un montón de dinero en juego. Los críticos pensaban que a esos vinos les faltaba acidez y, por tanto, envejecerían mal», explica Lisa Perrotti-Brown, discípula de Parker.

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A contracorriente, Parker pronosticó que aquella cosecha sería excepcional. Y acertó. Su reputación subió como la espuma. Y sus puntuaciones se esperaban con una mezcla de reverencia y temor. Recibió amenazas de muerte y demandas, pues igual que una buena crítica dispara el precio, una mala podía significar la ruina. Y una parte de la industria se adaptó para crear vinos que le gustasen, un fenómeno que se conoce como ‘parkerización’.

 

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James Suckling: el imitador de Parker. Crítico estadounidense y exeditor sénior y jefe de la oficina europea de la prestigiosa Wine Spectator.
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«En los noventa y principios de siglo hubo una avalancha de uniformidad: el dominio de variedades internacionales, sobre todo de la uva cabernet, en detrimento de las locales», afirma el experto John McCarroll en Punch, quien también considera que, a la hora de juzgar su legado, hay que sopesar que «sus puntuaciones ayudaron a la generación del baby boom a racionalizar sus elecciones» y a forjarse una cultura vinícola.

Los herederos

¿Quién será el heredero de Parker? Algunos opinan que la estadounidense Lisa Perrotti-Brown, de la que fue mentor. Estudiaba Arte Dramático y se pagaba su estancia en Londres trabajando en una vinoteca. Se convirtió en asesora de importadores en Asia y aprobó el mítico examen de Master of Wines (MW). Fue la editora jefe de la plataforma de Parker durante siete años, hasta que fundó la suya propia, The Wine Independent.

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Robert Parker: el gurú. El gran crítico se retiró en 2019, pero su nombre sigue siendo una garantía, hoy en manos del grupo Michelin.

Hay dos tendencias entre los gurús. Están los que adoptaron las calificaciones numéricas, como el norteamericano James Suckling, el gran paladín de la persistencia en boca, famoso por su estilo directo y sin florituras. Y hay quienes consideran que puntuar es una práctica cuestionable, dada la subjetividad que implica cualquier cata, como Jancis Robinson, la crítica de vinos del Financial Times y editora de la enciclopedia enológica de Oxford.

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Robinson se erigió como una voz desafiante a la autoridad de Parker, apostando por regiones que no estaban en la agenda internacional, y convirtiéndose en la gran defensora de uvas poco conocidas, como la garnacha española. Pero todos están de acuerdo en que el crítico, más que imponerse, debe guiar al consumidor para que construya sus propios gustos… Al fin y al cabo, es de los pocos territorios donde ningún algoritmo puede decidir por él.

El equipo de Robert Parker —nueve expertos que se reparten por zonas el planeta— recomienda estos tres tintos: el primer 100 sobre 100 de Chile, el Viñedo Chadwick de 2021 (350 dólares); el australiano Mount Edelston 2018, de Henschke, otro vino ‘perfecto’ fuera del radar; y el Quilceda Creek Palengat Clone 685, de 2020: un cabernet de Columbia Valley (Estados Unidos) que ronda los 250 dólares. Los tres se pueden conservar hasta 2040 o 2045. Como inversión, es una opción arriesgada, pero —en un contexto de cambio climático (la vendimia mundial de 2023 ha sido la más cicatera de los últimos 60 años)— puede ser una opción interesante: la revalorización media de los vinos de coleccionista superó el 11 por ciento en 2022, muy por encima de la inflación. Lo suyo es comprar (relativamente) barato y confiar en que ese caldo semidesconocido se convierta en el próximo Petrus, la joya de Burdeos que, añada tras añada, no suele bajar de 6000 euros. Y, si no dan el pelotazo como inversión de coleccionista, siempre queda el consuelo, nada menor, de beberlos.