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Liam Young (Brisbane, 1979) trabajó en el estudio de Zaha Hadid, la arquitecta que inventó el nuevo Zorrozaurre. «Zaha formó parte de mi vida hace ya mucho tiempo», recuerda. «Empecé como arquitecto trabajando para personas como ella y pronto emigré al mundo del cine y el arte. Me frustraba que los arquitectos estrella estén tan implicados en mantener el sistema financiero y político actual. Pensé que la arquitectura tradicional, tan cómplice del capital, no servía para cambiar la forma de ver el mundo y vivir en las ciudades».
Young cambió los planos y el hormigón por la imaginación. Se hizo arquitecto especulativo y concibió un futuro transformado por la tecnología, que está a la vuelta de la esquina. ‘Construir mundos’ es el ajustado título de la muestra inaugurada en la Sala BBK, que nos llega tras congregar a 65.000 visitantes en la Fundación Telefónica de Madrid y pasar por Ciudad de México y Lima. El antiguo cine Gran Vía acoge hasta el 28 de enero cinco salas con entrada gratuita en las que proyectar las piezas audiovisuales de un artista con obra en el MoMa neoyorquino y el Victoria & Albert Museum londinense.
El antiguo patio de butacas exhibe la más espectacular. ‘Planet City’ especula sobre cómo sería una ciudad de 10.000 millones de habitantes, la población estimada del planeta en 2050. Todos viviríamos juntos en una urbe que ocuparía el 0,02% de la superficie terrestre, mientras el resto sería un inmenso parque natural. Esta metrópolis con bloques de viviendas que se elevan hasta el infinito y cultivos cuidados por robots tiene una base empírica, como todo el trabajo de Young. En su libro ‘Half-Earth’, el biólogo Edward O. Wilson propone liberar la mitad del planeta de presencia humana para preservar la biodiversidad.
«Todos estos mundos de ficción parten de una práctica documental», certifica el cineasta, que viaja por todo el mundo «buscando el futuro en el presente». «Hay lugares que se están desarrollando acorde a unas tendencias que se desplegarán dentro de unos años. El futuro ya está aquí, como dice William Gibson. Yyo me tomo esa cita de forma literal. Es posible coger un avión y viajar a una parte del mundo donde el futuro ya existe».
Manila, la ciudad más densa del mundo, fue una referencia para ‘Planet City’. Al igual que Kowloon, en Hong Kong, el lugar con mayor densidad de población de la historia antes de que entrara la piqueta. Young ha viajado al parque solar más grande del mundo, que está en Marruecos, al parque eólico más extenso, en China, y a la granja de algas con más hectáreas, en Australia. «Mi proceso como artista consiste en exagerar esas infraestructuras que descubro», apunta.
Sus obras no solo muestran mundos que dejan con la boca abierta, sino que cuentan historias. ‘In the Robot Skies’, el primer corto de ficción grabado con drones autónomos, une a dos jóvenes en arresto domiciliario que viven en bloques de vivienda pública en Londres. La capital británica, la ciudad más videovigilada del mundo, ya emplea drones policiales para mantener a raya a la juventud más díscola. ‘Where The City Can’t See’ se grabó enteramente en Detroit con los escáneres láser que emplean los coches autónomos. «Muestro cómo las máquinas nos ven a nosotros», inquieta Liam Young, que en la última pieza de la muestra, ‘The Emissary’, viaja al espacio. La nave que diseñó en colaboración con la NASA sería el último objeto creado por el ser humano antes de su extinción. Es de oro, que no se corroe en el espacio, y necesita de la colaboración de todos los países, los mismos que no se ponen de acuerdo en las cumbres del clima para detener la destrucción del planeta.
–Hay una película clave que en 1982 nos adelantó la ciudad del futuro: ‘Blade Runner’.
–Hay muchísimas películas de ciencia-ficción que han influido en mi trabajo, y ‘Blade Runner’ es un buen ejemplo. Se rodó en la década de los 80, que es cuando nace la electrónica personal. Llevábamos ‘walkmans’ de Sony, teníamos vídeos VHS… Todo lo ‘cool’ venía de Japón, pensábamos que iba a ser la siguiente superpotencia mundial. La pena es que desde los 80, la estética cyberpunk no ha cambiado. Gran parte de la ciencia-ficción sigue pareciéndose a la de aquellos años. La economía japonesa colapsó y el mundo es lugar muy distinto al que era. Mi trabajo es parecido a lo que hizo ‘Blade Runner’ en su día: analizo las tendencias emergentes y las exagero, en lugar de reproducir una estética cyberpunk.
–¿Nos va a salvar Elon Musk?
–No, a Elon Musk solo le interesa salvarse a sí mismo. Con mis obras quiero mostrar que no estamos esperando a que nos salve un multimillonario. Toda la tecnología que necesitamos para salvar el mundo ya existe. Pero hay una falta de inversión cultural y de voluntad política. El cambio climático no es un problema tecnológico, sino cultural. La IA, Space X o el Hyperloop solo son una mera distracción, necesitamos trabajar en el espacio cultural para que las personas entiendan que tienen que cambiar sus estilos de vida.
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