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Los ‘Homo sapiens’ llegamos a Europa en tres fases a partir de hace 54.000 años
Paleoantropología
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Un nuevo estudio apunta que el proceso fue discontinuo y en él se dio la transmisión de información de neandertales a humanos modernos, la convivencia entre ambas especies y quizá una resistencia de los primeros
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Un análisis de los útiles de piedra del Paleolítico Superior encontrados en dos yacimientos claves, uno en Francia y otro en Libano, apunta a que la expansión por Europa desde África de los humanos modernos, es decir ‘nosotros’, no fue un proceso continuo, lineal, sino que se dio en tres oleadas a partir de hace unos 54.000 años. Esta hipótesis se presenta en un artículo publicado por Ludovic Slimak, del Centre national de la recherche scientifique (CNRS) y la Universidad de Toulouse III (Francia) en la revista científica de acceso abierto ‘PLOS ONE‘. El estudio también sugiere cómo pudo ser la relación de estos ‘Homo sapiens’ con los nativos con los que se encontraron a su llegada. Esto es, los neandertales.
Los primeros humanos modernos llegaron a Europa desde África en algún momento durante la última Edad del Hielo, que empezó hace unos 100.000 años y terminó hace unos 12.000. Cuándo y cómo se produjo este proceso es uno de los objetos de estudio de la Paleoantropología y de la Arqueología que más resultados y debates está produciendo en los últimos años, sobre todo desde que se concluyó que nuestra especie coincidió, por lo menos en el tiempo, con ‘la otra’ especie, la neandertal, planteando un escenario que fascina tanto a especialistas como profanos.
La llegada de los ‘Homo sapiens’ a Europa ha ido retrasándose en los cuadros cronológicos con el avance de las investigaciones. Hará una década, solía datarse hace unos 45.000 años. Estudios más recientes la han situado en torno a los 54.000, marca en torno a la cuál se mueve este nuevo estudio, en una horquilla de los 56.000 a los 51.000 años.
La investigación de Slimak se basa en la comparación de los registros de tecnología de herramientas de piedra de varios yacimientos, pero sobre todo de dos que son de referencia, la cueva Mandrin (Francia) y el abrigo de Ksar Akil, cerca de Beirut (Líbano). Ambos son sitios arqueológicos muy potentes, lo que se traduce en que han proporcionado largas secuencias estratigráficas y abundante material. Miles y miles de piezas de sílex que a ojos profanos lucen como montones de piedras talladas indistinguibles, pero en las que las miradas especializadas saben ‘leer’ diferentes tipologías, técnicas de talla y uso.
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Las colecciones de materiales de ambos yacimientos han proporcionado un material de ‘lectura’ formidable a Slimak, director de las excavaciones de Mandrin. Una cueva en la que, entre otras cosas, se ha registrado la presencia de ‘Homo sapiens’ y el uso del tiro con arco hace unos 54.000 años.
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Conexiones transmediterráneas
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Como resume Slimak en el ‘abstract’ de su nuevo artículo, «los análisis comparativos directos entre la tecnología lítica de la cueva Mandrin y las secuencias arqueológicas del Mediterráneo oriental, especialmente Ksar Akil, sugieren que las tres fases clave del Paleolítico superior levantino más temprano tienen homólogos técnicos y cronológicos muy precisos en Europa occidental», desde el valle del Ródano hasta el Golfo de Bizkaia. «Estas conexiones técnicas transmediterráneas indican tres oleadas distintas de expansión del ‘Homo sapiens’» y perfilan «cambios arqueológicos paralelos en la región del Mediterráneo oriental y en Europa».
Según comenta el autor sobre su investigación, «hasta 2022, se creía que el ‘Homo sapiens’ había llegado a Europa entre los milenios 42 y 45». Pero este nuevo análisis «demuestra que esta primera migración ‘sapiens’sería en realidad la última de tres grandes oleadas migratorias al continente, reescribiendo profundamente lo que se creía saber sobre el origen de los ‘sapiens’ en Europa». Así, la llamada cultura chatelperroniense, de transición entre el Paleolítico Medio y el Paleolítico Superior, antes «atribuida a los neandertales, debería en realidad señalar la segunda oleada migratoria de ‘Homo sapiens’ en Europa», añade.
El artículo considera las relaciones con los neandertales de nuestros ancestros inmigrantes paleolíticos. Resume la primera fase de llegada a Europa de los ‘Homo sapiens’ como breve y solo detectada hasta ahora en el valle del Ródano, «la principal arteria natural que conecta el Mediterráneo con las grandes estepas del norte de Europa». Al parecer, «esta primera fase migratoria abandonó este territorio sin dejar descendientes biológicos o culturales discernibles».
En la segunda fase se daría la alternancia en el territorio con los neandertales. Y quizá cierta resistencia de estos a la entrada de los nuevos pobladores. «¿Podría ser que en el mismo espacio geográfico que vio las primeras migraciones de ‘H. sapiens’ a Europa, los grupos neandertales ya no permitieran el acceso a su territorio anterior?», se pregunta Slimak. Los registros arqueológicos «que marcan un retorno de las poblaciones neandertales a un amplio territorio en torno a Mandrin, también indican una persistencia de poblaciones neandertales en una de las principales arterias migratorias de Europa occidental». Esto podría indicar «un rechazo o una resistencia de las poblaciones aborígenes frente a al regreso de los ‘H. sapiens’ en el momento mismo en que, según esta hipótesis, estas últimas poblaciones manifestarían su primera colonización real mediante asentamientos, no solo numerosos, sino también en vastos territorios de Europa occidental».
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Susititución de poblaciones
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La tercera etapa correspondería al llamado Protoauriñaciense y sería «la primera capa real de poblaciones de ‘H. sapiens’ en toda Europa hasta el Levante mediterráneo, marcando la unificación cultural y territorial de estos grupos en todo el continente. Solo en esta fase III «las poblaciones nativas neandertales acabaron siendo sustituidas por poblaciones ‘H. sapiens’» en un proceso que se manifestó durante al menos 12 milenios».
En la zona del valle del Ródano se pudo dar un fenómeno interesante que Slimak sugiere «en las fases directamente anteriores a las instalaciones de los ‘H. sapiens’». Vista la alternancia en la ocupación estacional de lugares como Mandrin entre las dos especies, «podemos preguntarnos si, en este lugar tan particular del valle medio del Ródano, en esta misma cueva, o en su entorno inmediato, estos registros arqueológicos únicos implican la existencia de un contacto directo entre poblaciones».
El investigador indica la probabilidad «de que las poblaciones migrantes –la gente ‘sapiens’– se beneficiaran de los conocimientos de las poblaciones aborígenes, permitiendo un conocimiento preciso de los recursos de este vasto territorio». El problema es que la naturaleza precisa de estos procesos de transmisión «no es directamente perceptible». ¿Quizá hubo guías neandertales integrados en los grupos ‘sapiens’?
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