El microondas es un electrodoméstico que, aunque no es imprescindible en la cocina, nos resulta muy útil en el día a día. Nos permite cocinar determinados alimentos o calentar otros ya precocinados de una forma rápida y manchando solo la vajilla imprescindible.
Inventado en 1945 en Estados Unidos por el científico Percy Spencer, salió al mercado en 1947 como un armatoste de dos metros de alto y su precio rondaba los 3.000 dólares (2.800 euros). A España llegó en los años 80, pero no se popularizaría hasta diez años más tarde.
Para sacarle el mayor partido posible al microondas, pero siempre con la máxima seguridad, es importante seguir las instrucciones del fabricante y, así como resulta muy práctico para determinados alimentos, hay otros con los que no deberíamos usarlo. Este es el caso del agua y de la leche, dos sustancias aparentemente inofensivas, pero que pueden suponer un peligro si se calientan en el microondas.
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Pese a que solemos utilizar este aparato para calentar el agua para hacernos un té o una manzanilla, así como para calentar la leche con la que nos prepararemos un café o un chocolate, los expertos esgrimen varias razones por las que no es conveniente hacerlo.
Cuidado con el agua
En el caso del agua, al meterla al microondas se puede producir un fenómeno conocido como sobrecalentamiento que consiste en que el agua se calienta de forma desigual y lo hace por encima de su punto de ebullición sin llegar a hervir. Esto puede resultar muy peligroso por distintos motivos.
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En primer lugar porque, pese a su apariencia, el agua está extremadamente caliente y podría producirnos quemaduras en los dedos al tocar el recipiente o al beber su contenido. Además, este sobrecalentamiento puede hacer que el agua entre en ebullición de forma repentina y violenta, salpicando agua caliente y provocando quemaduras.
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La producción de vapor puede generar que ante la más mínima vibración o movimiento, o al manipular el recipiente, el agua hirviendo puede derramarse de forma violenta causando fuertes quemaduras en el rostro y en las manos.
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¡Ojo con la leche!
En el caso de la leche, esta tiende a calentarse de manera desigual en el microondas, lo que puede provocar puntos calientes que causen quemaduras en la boca al beberla. Al igual que el agua, puede sobrecalentarse fácilmente con idénticas consecuencias que en su caso. Además, existe el riesgo de que la leche al calentarse en exceso se desborde y se desperdicie. También puede derramarse al añadirle alguna otra sustancia o al removerla, pudiendo causar quemaduras graves.
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La leche al calentarse puede perder también la mitad de sus nutrientes, entre ellos la vitamina B12, un componente clave para el funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso, así como por su papel en el metabolismo de aminoácidos, ácidos grasos y glúcidos.
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No sirve cualquier recipiente
Calentar la leche en recipientes no aptos puede resultar, además de peligroso, perjudicial para la salud, ya que podría producirse una contaminación bacteriana. También es importante quitarles totalmente cualquier tipo de etiqueta antes de introducirlos en el microondas.
Los envases de cartón o de papel, aunque no son materiales inflamables, tienen tintas que pueden derretirse con el calor y mezclarse con los líquidos. Los envases de plástico también pueden deteriorarse con las altas temperaturas y si contienen bisfenol puede resultar muy perjudiciales para la salud.
Hay envases de vidrio o de cerámica que no son resistentes al calor por lo que podrían estallar. Y en el caso de los envases metálicos, estos se calientan a gran velocidad y podrían incendiarse.
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Otros alimentos
Huevos duros (pueden estallar), mantequilla o margarina (pierden su valor proteico), frutas y verduras (las que tienen un interior blando como las naranjas o la uva pueden explotar), brócoli (pierde vitamina C) o espárragos (pierden sus nutrientes) son otros alimentos que tampoco se recomienda calentar en el microondas.
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En el caso de las carnes procesadas como salchichas, chorizo, tocino o hamburguesas llevan conservantes que permiten que se conserven durante más tiempo y al recalentarlas en el microondas generan componentes COPs (productos de colesterol oxidado) que dañan sus bacterias y las vuelven tóxicas para el consumo humano.
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El microondas es un electrodoméstico tan habitual en nuestra cocina que muchas veces no le prestamos especial atención y, como ya hemos visto, debemos tener en cuenta ciertos aspectos para que el uso que le demos sea el más eficaz y seguro posible.
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