Nuevo enigma en Stonehenge: la piedra que viajó 750 kilómetros
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El monumento prehistórico de Stonehenge, situado en la llanura de Salisbury (Inglaterra), es una fuente inagotable de hipótesis sobre su construcción, uso y significado. Una nueva investigación realizada en la Universidad australiana de Curtin y que se publica este miércoles en la revista ‘Nature’ revela que la llamada Piedra del Altar, un bloque yacente situado cerca del centro del conjunto y que durante mucho tiempo se creyó originaria de Gales, en realidad fue traída de Escocia.
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El descubrimiento aclara una incógnita, el origen del megalito, pero abre nuevos interrogantes sobre los métodos de transporte y la organización social de quienes lo desplazaron no menos de 750 kilómetros hace unos 4.600 años.
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Stonehenge es una construcción megalítica prehistórica cuya estructura central está formada por cuatro anillos concéntricos de piedra. Todo el conjunto se levantó en varias fases, entre 3100 a.C. y 1600 a.C. aproximadamente.
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El círculo exterior, de unos 30 metros de diámetro, está compuesto por piedras sarsen, enormes bloques de arenisca, de unos 4 metros de altura, 2 de anchura y un peso aproximado de 25 toneladas, que originalmente estaban rematados por un dintel de piedras horizontales de las que solo seis se mantienen en su posición.
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En el interior se levanta un anillo de piedras azules más pequeñas y dentro de este hay cinco grandes trilitos exentos, de los que tres se mantienen completos en pie, formados por bloques sarsen verticales unidos por un dintel. La llamada Piedra del Altar está dentro de este último semicírculo, junto a otros bloques yacentes y alguno erguido.
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El nombre por el que es conocida esta piedra no indica su función real -que se ignora-. Se la conoce así desde que el arquitecto Inigo Jones (1573-1652), al comentar su disposición, escribiera «si puede ser un altar o no lo dejo al juicio de otros». El romanticismo y las fantasías sobre druidas y rituales más o menos morbosos consolidaron la denominación.
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La Piedra del Altar pesa unas seis toneladas y levantada tendría casi cinco metros de altura, aunque algunos expertos mantienen que siempre estuvo tumbada. Es un bloque de arenisca micácea de color verde y hasta ahora se daba por hecho que se importó desde los afloramientos de la formación Senni Beds, en Gales, a unos 300 kilómetros. El nuevo estudio demuestra que la trajeron de bastante más lejos.
Anthony Clarke, estudiante de doctorado en la Escuela de Ciencias Planetarias y de la Tierra de la Universidad de Curtin, primer autor del artículo de ‘Nature’, explica que, según han revelado los análisis, la edad y la composición química de los minerales de sus fragmentos de la Piedra del Altar coinciden con las rocas del noreste de Escocia y son diferentes claramente de la roca madre galesa.
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«Los granos minerales de la Piedra del Altar tienen en su mayoría entre 1.000 y 2.000 millones de años. Esto proporciona una huella química distintiva que sugiere que la piedra procede de rocas en la cuenca orcadiana, en Escocia», al menos a 750 kilómetros de Stonehenge.
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Ahora falta por identificar el lugar preciso del que se extrajo el bloque. «Aunque ahora podemos afirmar que esta roca emblemática es escocesa y no galesa, todavía queda mucho por hacer para determinar con exactitud de qué parte del noreste de Escocia procede la Piedra del Altar», comenta Richard Bevins, profesor de la Universidad de Aberystwyth, coautor del estudio.
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Por su parte, otro de los firmantes del artículo, el profesor Chris Kirkland, destaca que este descubrimiento plantea preguntas fascinantes, teniendo en cuenta las limitaciones tecnológicas del Neolítico, sobre cómo se pudo transportar «una piedra tan grande a través de grandes distancias en torno al año 2600 a.C.».
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«Nuestro descubrimiento de los orígenes de la Piedra del Altar pone de relieve un importante nivel de coordinación social durante el Neolítico y contribuye a dibujar un fascinante panorama de la Gran Bretaña prehistórica», afirma el profesor Kirkland.
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«Transportar una carga tan masiva por tierra desde Escocia hasta el sur de Inglaterra habría sido extremadamente difícil, lo que indica una probable ruta marítima a lo largo de la costa» de Gran Bretaña. «Esto implica la existencia de redes comerciales de larga distancia y un nivel de organización social superior al que se cree que existió durante el Neolítico».
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