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Borotra: el pelotari que se convirtió en el héroe de la última batalla de la Segunda Guerra Mundial

Borotra: el pelotari que se convirtió en el héroe de la última batalla de la Segunda Guerra Mundial

Gracias a su intervención, desertores nazis y fuerzas aliadas terminaron defendiendo un castillo en Austria contra las tropas de las SS

 

Domingo, 22 de septiembre 2024

 
 

La batalla del castillo austríaco de Itter fue la última de la Segunda Guerra Mundial. Este dato ya bastaría para convertirla en un hecho histórico relevante. Pero fue un episodio extraordinariamente extraño por muchos más motivos. Tuvo lugar en mayo de 1945, días después del suicidio de Adolf Hitler en el búnker de Berlín, y fue el único enfrentamiento en el que el que los nazis que se sabían derrotados se unieron a las tropas americanas para hacer frente a los fanáticos de las SS, la feroz guardia de asalto hitleriana.

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En aquella antigua fortaleza medieval convertida en cárcel de prisioneros de relevancia política hubo héroes de todos los bandos, intentos de fuga y operaciones de rescate que acabaron en matanza.

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Entre los presos que tuvieron un papel determinante destaca el vascofrancés Jean Borotra, un pelotari que pasó del frontón al tenis con inusitado éxito: ganó cinco Grand Slams, entre ellos Wimbledon y los campeonatos de Francia y Australia y formó pareja en dobles con otro de los grandes de los años 20 del siglo pasado: René Lacoste.

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Borotra, que tras sus hazañas deportivas se enroló en el Partido Social Francés, fue encerrado en Itter. Consiguió escapar y pedir refuerzos para una batalla en la que mientras los nazis de la SS disparaban desde almenas los tanques americanos cañoneaban para ayudar a sus antiguos enemigos alemanes.

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A algunos prisioneros, como al tenista vasco, no les importó arriesgarse a ser los últimos muertos de la guerra para ayudar a sus amigos.

Esta es su historia.

 
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Borotra, un preso en la prisión de las personalidades

Febrero de 1943. Heinrich Himmler, uno de los hombres más poderosos de la Alemania nazi, ordenó la apropiación del castillo medieval de la pequeña localidad austriaca de Itter para convertirla en una prisión dependiente del campo de concentración de Dachau.

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La fortaleza debía albergar a prisioneros de «alto valor» para el III Reich capturados en Francia. Entre ellos destacaban ex Primeros Ministros como Édouard Daladier y Paul Reynaud, ex comandantes del Ejército como Maxime Weygand y Maurice Gamelin, la hermana mayor del general De Gaulle y otras personalidades como la estrella del tenis Jean Borotra.

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Nacido en Domaine du Pouy, en las proximidades de Biarritz, Jean Borotra comenzó su carrera deportiva con varios logros en pelota vasca aunque sobre todo fue en el tenis donde cosecharía sus mayores triunfos. Durante la Primera Guerra Mundial se alistó en el ejército francés, se formó en la Escuela de Artillería y fue asignado al 121 Regimiento.

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Pero al finalizar la contienda, completó sus estudios de ingeniería y reanudó su carrera en el tenis.

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Jean Borotra

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Seis Copas Davis y Cinco Grand Slam (dos Wimbledon, dos Roland Garros y un Open de Australia) le convirtieron en una de las figuras más notables del tenis internacional durante los años 1920 y 1930. Por costumbres heredadas de su etapa de pelotari -al principio no usaba golpe de revés sino que se cambiaba de mano la raqueta y saltaba continuamente al golpear la pelota- Borotra desarrolló una particular forma de jugar que le valió el apodo de ‘El vasco Saltarín (‘The Bouncing Basque’).

 

Resistencia

Miembro del Partido Social Francés, llegó a formar parte del gobierno colaboracionista de Petain en Vichy. Sus diferencias con los ultraderechistas hicieron que fuera apresado por la Gestapo y trasladado a la prisión de Itter donde esperaría como prisionero el final de la guerra.

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Sin embargo, Borotra trató de mantenerse ejercitado y en buena forma física dado que nunca abandonó el deseo de fugarse. Durante su cautiverio, lo intentó al menos hasta en tres ocasiones tras memorizar todos los movimientos y cambios de guardia del castillo, aunque en cada ocasión fue recapturado y sometido a varias temporadas de aislamiento.

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Pero la verdadera historia de resistencia comienza el 3 de mayo de 1945, muerto ya Hitler y con la guerra en sus últimos momentos, cuando un prisionero de origen croata llamado Zvonimir Čučković logró abandonar el castillo con el pretexto de que el Comandante de la prisión, Sebastian Wimmer, le había encomendado hacerle unos recados en el cercano pueblo de Wörlg.

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Recorrido de Cucovic

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En colaboración con los presos, su verdadera misión era entregar una carta en inglés solicitando ayuda al primer soldado aliado que encontrase. Pero en Wörlg solo encontró presencia alemana, así que decidió continuar su búsqueda en Innsbruck, a más de 64 kilómetros. Allí logró contactar con una avanzadilla de reconocimiento del ejército estadounidense que se lanzó a una operación de rescate. Pero en su camino hacia el castillo encontraría una fuerte oposición de la artillería alemana que le impediría alcanzar su destino.

 

Horas de incertidumbre

Al ver que Čučković no retornaba, la incertidumbre se apoderó de todos los habitantes del castillo de Itter. Días antes, el 30 de abril, Hitler se había suicidado. El comandante en jefe de Dachau había hecho lo propio con su pistola reglamentaria la noche anterior ante la proximidad de los americanos.

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Las desbandadas, las traiciones y las deserciones eran cada vez más frecuentes en el ejército alemán. Los nazis habían perdido la guerra y el comandante a cargo del castillo era consciente de ello. Si Čučković había huido, era muy posible que hubiese alertado a los aliados y que estos decidiesen atacar su fortaleza. Así que Wimmer abandonó su puesto y poco después lo hicieron los guardias de las SS a su mando.

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Sin captores a la vista, los presos de Itter se hicieron con el control del castillo y trataron de fortificarlo. Pero sin noticias de Čučković, tampoco tenían la certeza de que serían rescatados. Lo más probable era que los alemanes volviesen en algún momento con la orden de ejecutarlos o de emplearlos como escudos humanos en la huida, así que decidieron mandar a un segundo hombre para contactar con las tropas aliadas.

 

El segundo hombre

Borotra se ofreció voluntario. Era el mejor preparado físicamente. Sin embargo, el cocinero de origen checo Andreas Krobot argumentó que el tenista era una persona célebre y, por tanto, era muy posible que lo reconocieran y que lo apresaran con mayor facilidad que a un desconocido. Finalmente, y pese a las protestas de Borotra, los presos decidieron que sería Krobot quien lo intentase. El checo partió hacia el cercano poblado de Wörgl con una carta que solicitaba ayuda en inglés del mismo modo en el que lo había intentado Čučković días antes. Y al igual que éste, se encontró con que el pueblo aún parecía ocupado por los alemanes.

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Recorrido de Krobot

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Sin embargo, el Mayor alemán al mando en Wörgl, Josef Gangl, se había unido con sus hombres a la resistencia austríaca. Gangl mantenía sus tropas en Wörgl para proteger a la población local de posibles represalias de las SS.

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Acompañado del cocinero checo, Gangl se presentó ante una división acorazada del ejército estadounidense bajo el mando del teniente John C. Lee Jr. que ocupaba la localidad de Kufstein, a unos 15 km al norte. Lee accedió a la petición de rescate pero sólo pudo contar con un pequeño efectivo formado por el propio Lee, Gangl, dos tanques Sherman, 14 soldados estadounidenses, un Volkswagen Kübelwagen y un camión con diez artilleros alemanes bajo las órdenes del mayor alemán. Aunque llegaron al castillo, los recursos con los que contaban eran insuficientes para defender la posición en el caso de una contraofensiva de las SS.

 

Contraofensiva

En efecto, el 5 de mayo efectivos de ganaderos de la Waffen SS atacaron el Castillo de Itter con la misión de ejecutar a todos los prisioneros, siguiendo una directiva emitida por Hitler en caso de fallecimiento. Algunos reclusos como Borotra se unieron a la batalla luchando codo con codo junto con los soldados estadounidenses y alemanes para resistir el ataque.

En la batalla el Mayor Gangl cayó víctima de un francotirador alemán y se perdieron los dos carros de combate Sherman. La munición estaba a punto de agotarse y los miembros de las SS lograron derribar las puertas con un lanzagranadas. Que el castillo de Itter cayera en manos de los nazis era cuestión de horas. Todo parecía perdido.

 

El «vasco saltarín», salta los muros

A la desesperada, Borotra se ofreció de nuevo para saltar el muro, eludir a las tropas enemigas y llegar hasta Wörgl para solicitar ayuda urgente a la resistencia austríaca. El vasco, consiguió su propósito disfrazado como un humilde refugiado y dio, casi por casualidad, con el 142 Regimiento de Infantería estadounidense que miraba con desconfianza a aquel tipo larguirucho y vestido con harapos que había aparecido por sorpresa.

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Por fortuna, entre las tropas estadounidenses se hallaba René Lévesque, un reportero de guerra canadiense aficionado al tenis que reconoció a Borotra de inmediato. Equipado y armado para la incursión, Borotra acompañó a las tropas aliadas hasta el Castillo hasta que el 6 de mayo lograron derrotar y dispersar a los efectivos nazis en la zona.

Ya a salvo, los presos de Itter verían cómo solo tres días después los alemanes se rendían y la guerra llegaba a su fin.

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La batalla del Castillo de Itter se inscribió con letras de sangre en la historia de la Segunda Guerra Mundial. Los que participaron en ella la calificaron de «extraña» y también de «maldita». Algunos recuerdos que quedaron son extraños. El ex primer ministro francés Paul Reynaud escribiría en sus memorias que el teniente Lee, a quien le debía la vida, fue «grosero en su aspecto y en sus formas». El militar, tras la derrota de los SS, consiguió que sus hombres descansaran entre las ruinas del castillo, fue ascendido a capitán y recibió la Cruz de Servicios Distinguidos. Gangl, el oficial austriaco abatido por el disparo de un francotirador de los fanáticos de Himmler, fue elevado a la categoría de héroe en Austria. La fama de Itter, sin embargo, se vio oscurecida por un hecho más importante que tuvo lugar no muy lejos: la liberación del campo de concentración de Dachau, uno de los centros de exterminio nazis.

Jean Borotra

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El héroe vasco tuvo una vida controvertida. Por su pasado en gobierno de Vichy, los ingleses no le permitieron regresar a Wimbledon. Estuvo envuelto en varias polémicas con miembros de la Resistencia pero en los 60 formó parte de nuevo del mundo del tenis y se le incluyó en Salón Internacional de la Fama de este deporte en 1976. Todavía tendría un papel destacado en la historia de Francia. Un hombre que había apostado por el coraje personal y ser dueño de su propio destino acabó defendiendo el valor del azar. En los 80, el héroe del castillo de Itter creó la Loto, el sistema de apuestas francés parecido a la Primitiva. Murió en 1994 en Arbonne a los 95 años.

René Lévesque

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El joven reportero canadiense que reconoció a Borotra, René Lévesque, fue fundador del partido independentista quebequés y ejerció como Primer Ministro de Quebec hasta 1985. Falleció en 1987 en Montreal.

John C. ‘Jack’ Lee Jr.

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El teniente John C. Lee Jr. fue condecorado con la Cruz de Servicios Distinguidos por su actuación en la batalla del Castillo de Itter y ascendido a Capitán. Murió en 1973 en Nueva York.

Josef ‘Sepp’ Gangl

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El Mayor Josef Gangl, murió en la batalla de Itter pero fue nombrado héroe nacional en Austria. En la actualidad, una calle de Wörgl lleva su nombre.

Referencias

  • Harding, S. (2013). The Last Battle: When U.S. and German Soldiers Joined Forces in the Waning Hours of World War II in Europe. Philadelphia: Da Capo Press.

  • Smyth, Sir John (1974). Jean Borotra, the Bounding Basque: His Life of Work and Play. London: Stanley Paul.

  • Imágenes e ilustraciones: elaboradas a partir de material de dominio público y asistidas con herramientas de Inteligencia Artificial.

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