Víctor de la Serna, gastrónomo, periodista y escritor, para mí el escritor de gastronomía y vinos más erudito de España, falleció en Madrid el pasado viernes 18 de octubre de 2024, a los 77 años.
.
.
.
Echando un vistazo a la carta de vinos de La Beaugravière, uno de los mejores restaurantes del sur de Francia
.
.
En Restaurante Viridiana con el chef Abraham García
.
.
Degustación con el difunto Marcel Juge en Cornas
.
.
.
.
.
.
.
Ha fallecido Víctor de la Serna
En la mañana del viernes 18 de octubre de 2024 falleció Víctor de la Serna.
,
Para identificar a Víctor de la Serna (1947), es necesario incluir el segundo apellido: Arenillas.
.
De la Serna es un apellido sonoro de gran responsabilidad porque identifica a varios personajes relacionados con el periodismo, la gastronomía, la diplomacia y la literatura.
.
La saga arranca con su bisabuelo Ramón de la Serna en el siglo XIX, que se casó con la escritora Concha Espina. Es más, el ayuntamiento de Madrid dedicó dos calles a sus bisabuelos Concha Espina y Víctor de la Serna y curiosamente cerca una de otra.
.
Soy poco dado al amiguismo que impone la condición mediterránea, valorando más lo personal antes que lo profesional. De Víctor me gustaba su talante de periodista muy anglosajón, crítico y ecléctico, que en este país no muchos se atreven a practicar.
.
En los primeros números de Sibaritas, le llamé para participar en mesas de cata y, a partir de 1995, le pedí que firmara una columna de opinión permanente bajo el título Sin Fronteras por sus mayores conocimientos de lo que se cuece fuera. En algunos escritos se metía con la gestión de las instituciones del vino, y algunas simplezas sociológicas del consumo.
.
No pocas veces tuve que amortiguar quejas infundadas de bodegas en pos de la libertad de opinión de cada colaborador. A principios de este siglo, le pedí que dirigiera La Gaceta del vino, un boletín para el sector del vino que recogía las referencias al vino español en diferentes publicaciones mundiales, que duró un suspiro.
.
En 2008 le fiché como coordinador internacional en el Congreso de autores del vino en Ronda por su dominio del inglés (con acento americano) y del francés con ese tono nasal tan difícil para un ibérico que le acredita su dominio del idioma de Voltaire.
Antes de mi primer encuentro con Víctor conocí a sus padres Víctor de la Serna Gutiérrez-Répide y, más tarde, a su madre Nines Arenillas, ambos ya fallecidos.
.
Nines era un torrente de la palabra, locuaz, con mucho genio y temida por muchos. Algo de eso encontré también en Víctor, más cerca del talante de su madre que de su padre.
.
Sus rotundidades categóricas, su egocentrismo y desaires ante quien no tenía el rigor en sus palabras, era algo que conocíamos todos y más de uno temía. Aún recuerdo cierta disputa con él en un almuerzo de prensa, un compañero de mesa me daba un codazo diciéndome que no me enfrentara con él por sus desplantes memorables. Le respondí que prefiero una discusión con una persona cultivada porque, si venzo, refuerzo mi ego y, si es al contrario, al menos aprendo.
.
Incómodo para muchos del sector institucional del vino, solo se relajaba con su hermético grupo de amigos y a los que era muy fiel. Le gustaba juntarse con correligionarios más jóvenes y poco dado a tirar del pasado como nos ocurre a los mayores. Muy documentadísimo en sus otras aficiones como el jazz y blues, le situaba al mismo nivel de conocimiento que el vino y la cocina. Para mí fue un personaje fascinante por su actitud erudita y, a la vez, provocadora. Un personaje que eludía los homenajes, eventos y lisonjas.
Periodista ante todo
Por encima de su debilidad por la gastronomía, ante todo fue un periodista. Me confesó que, a los dieciséis años de edad, después de vivir en Ginebra, se fue a vivir a Washington porque su padre era consejero de prensa de la embajada española. Fue el primer español que se graduó en la rama del periodismo en la universidad de Columbia. En 1975 le nombraron redactor-jefe del periódico Informaciones bajo la dirección de su tío Jesús de la Serna y en sus páginas comienza a escribir sobre gastronomía sin perder su condición de periodista todo terreno y por su sapiencia como documentalista. En el ’81 entra en El País y más tarde en Diario 16 para acabar recalando en El Mundo como uno de sus fundadores y como responsable de relaciones internacionales.
.
Una de las especializaciones más notorias fue la de crítico deportivo de baloncesto hasta el punto que el entrenador del Real Madrid, Miguel Muñoz, le ficha como estadístico, ya que su padre era muy amigo de Raimundo Saporta desde los años sesenta, cuando Víctor tenía quince años. En esa huida del apellido famoso que podía condicionarles, utilizó los heterónimos desde su padre con el seudónimo Punto y Coma y Víctor con el de Fernando Point, e incluso el de Vicente Salaner en el periodo Informaciones. También continuó con este sobrenombre como corresponsal en Nueva York de El País y que hasta hoy utilizaba en El Mundo en su relación con el baloncesto. En los últimos años firmaba con su nombre como columnista político en este periódico con el título “zapeando” como en el género costumbrista con “Un indiano en Chamberí”, barrio donde él vivía y las crónicas veraniegas y viajeras con el nombre de “Gastronómada”.
.
En los noventa, De la Serna fue muy crítico con la Ribera del Duero por la triste moda de los vinos concentrados y como él llamaba «sopa de roble» que abanderaron los vinos de esta zona vitivinícola. Su web mundovino.com que fundó en el año 2000, fue el hito más relevante de su oficio enológico. Sus contenidos eran profundos, tanto educativos como de información general del sector.
.
Una herramienta que utilizábamos en el sector minoritario de profesionales y entendidos, pero que integrado en un diario generalista acabó cerrándose años más tarde. La escasa cultura del vino que empapa este país hizo de las suyas.
.
Tras su jubilación de El Mundo, decidió hacerse bodeguero en 1998 con unas tierras de la familia de su mujer en Manchuela. Allí me llevó un día a bordo de su Lancia con el velocímetro al rojo vivo. Como buen conocedor y catador, se agenció un buen enólogo: Rafael Orozco. Cerró el circulo enológico con inteligencia, pero no incluyó el factor más importante, que era el comercial.
.
Es raro que una persona que lleva en la sangre su condición periodística sea capaz de este empeño. Sus ventas no estaban a la altura de la gran calidad de los vinos y, en los últimos años, vendió la bodega.
.
Los vinos han sido y siguen siendo excelentes con los actuales propietarios, todos ellos muy identificados con el paisaje.
.
Le observaba cómo discurría en algunos salones del género que organizábamos en Nueva York en los que, con la fluidez de su inglés, hablaba con pasión de vinos, pero algo menos de los suyos.
.
Víctor fue la esencia más pura y crítica del periodismo del vino y reconocido en este ámbito a nivel internacional.
.
Descanse en paz.
.
.
.
.
.
.