Sexo en Nueva Bilbao (III)
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Karri Bilbao
Viernes, 22 de noviembre 2024
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SEXO EN NUEVA BILBAO
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Cada viernes, Karri Bilbao nos comparte las historias y experiencias que vive con sus amigas. Tras años de convivencia en pareja han regresado a las noches (y tardeos) de la villa.
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Luce un sol radiante a pesar de ser otoño y Ane propone salir por Algorta para cambiar de aires. Quedamos a las ocho en la salida del Metro y caminamos hacia el Puerto Viejo.
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El ambiente no puede ser mejor y bajamos las escaleras para iniciar ronda en el Itxas Bide. Arrancamos con una caña que tomamos fuera con vistas al Sireno. Caras conocidas nos saludan con la mirada y decidimos tomar unos zuritos en el Portu Zaharra y el Arrantzale.
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Subimos al Ajuria y comemos un pintxo de tortilla que nos sienta de maravilla. Todavía con hambre, en el Burdinola y el Sustrai nos llenamos con un par de pintxos rodeadas de cuadrillas que abarrotan la zona de poteo. Pero ya va siendo hora de buscar otro tipo de ambiente…
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Hace unos meses no hubiéramos tenido dudas sobre hacia dónde continuar y terminar la noche, pero tras la jubilación de su dueño, el cierre del Manhattan nos ha dejado huérfanos a varias generaciones.
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Así las cosas, Ane, Izaskun y yo vagamos sin rumbo fijo en busca de alternativas para tomarnos algo y escuchar música sin desentonar. Por Amezti, el Etxetxu nos recibe con las puertas abiertas y, entre un torombolo y otro, decidimos que no se está nada mal.
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Las canciones nos sueltan a bailar mientras Izaskun alerta que en la barra unos treintañeros no nos quitan ojo. A ella le hace gracia y suelta que quizá sean de los TXEMA. «¿Y eso qué es?», preguntamos a la vez Ane y yo.
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A Izaskun le entra la risa y nos llama anticuadas. Que en qué época vivimos y si sabemos qué significa el término MILF. Mujer, a eso ya llegamos… Pues es lo mismo, pero en euskera… TXEMA (Txortan Egiteko Moduko Ama). Vamos, que van buscando a madres ‘interesantes’.
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Nos queda claro que tenemos que actualizarnos a marchas aceleradas porque en la memoria cinematográfica queda la película del ‘Graduado’ y sus escenas eróticas ya descoloridas.
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Karri Bilbao
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Seguimos a lo nuestro mientras los treintañeros toman posiciones, más próximos. A Ane le incomoda algo la situación mientras que a Izaskun, sin ningún género de duda, le agrada sobremanera.
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A mí, para ser sincera, me deja expectante y me divierte porque es toda una novedad formar parte de la escena. Desde la óptica que Izaskun deja abierta, comenzamos a mirarlos con otra perspectiva. Ane comenta que el más alto tiene un pase, que el de la barba tupida es para dar de comer aparte, y que el tercero tiene algo especial que resulta de lo más atractivo.
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El episodio nos ha dado juego, pero llevamos casi una hora en el Etxetxu y habrá que moverse. Marchamos sin hacer siquiera amago de despedida, a lo nuestro.
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Recordamos el Charlot y hacia allá marcamos el paso. Apenas queda bote, aunque nos llega de sobra para la espuela. En el recuento de euros andamos cuando divisamos a los treintañeros entrar por la puerta.
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Ane alerta que se aproximan, mientras Izaskun suelta una sonrisa pícara que el alto capta como toda una declaración de intenciones, porque se dirige hacia ella con premeditación, nocturnidad y alevosía.
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Los amigos hacen un aclarado, como se diría en términos de baloncesto, y nosotras observamos desde la grada el despliegue mutuo de armas de seducción con los codos apoyados en la barra. Juntos salen del Charlot…
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… Al día siguiente quedamos a la una en la Plaza Nueva con la intención de someter a un quinto grado a Izaskun. Llega media hora tarde y con cara de haber dormido poco. «A ver, cuenta, ¿cómo te fue con el treintañero?».
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«¡Menudas agujetas!», responde con determinación. Toda una noche resumida en dos palabras, eso es precisión…
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