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El ADN, las células o la epigenética: La ciencia debate qué es lo que nos hace únicos

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Los científicos debaten sobre si solo el ADN determina nuestra identidad o si son las células o la epigenética quienes las que nos definen

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Jon Garay · Miércoles, 8 de mayo 2024

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En las clases de biología básica del colegio se explicaba que el ADN es donde se encuentra nuestra información genética, algo así como nuestra base de datos, lo que nos define. También se contaba que en 1953, Francis Crick y James Watson hicieron uno de los descubrimientos del siglo XX: el código genético se estructura en forma de doble hélice, como una escalera de caracol. Ambos científicos junto a Maurice Wilkins recibieron el Premio Nobel de Medicina en 1962 «por sus descubrimientos sobre la estructura molecular de los ácidos nucleicos y su importancia para la transferencia de información en la materia viva».

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Años después, en 2001, se logró secuenciar por primera vez nuestro genoma, es decir, se consiguió saber en qué orden se disponían sus cuatro componentes básicos: la adenina (A) con la timina (T) y la citosina (C), con la guanina (G). Desde entonces se ha ido progresando cada vez más en su conocimiento e incluso se han desarrollado técnicas de manipulación genética que permitieron desde crear a la oveja ‘Dolly’ a trasplantar órganos animales a seres humanos.

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¿Pero determinan los genes todo lo que somos? La respuesta de muchos científicos es que no. «La impresión es que nos pasamos de frenada hace 20 años y el péndulo se está frenando porque después de tener secuenciado el ADN siguen quedando muchas preguntas sin respuesta», explica Ana María Zubiaga, catedrática de genética en la Universidad del País Vasco. «Fue una simplificación por el entusiasmo generado por un logro tan importante. Los genes no lo explican todo», subraya. Si no son los genes, ¿qué establece entonces lo que somos?

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¿Determinan los genes todo lo que somos? La respuesta de muchos científicos es que no

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Hay varias respuestas. Una es la del biólogo Alfonso Martínez Arias, que apunta a las células. «Nuestras identidades están moldeadas por las interconexiones entre células, que trabajan cooperativamente, creando algo más grande que sus partes: el linaje ininterrumpido que nos conecta con el óvulo fertilizado a partir del cual nos desarrollamos y retrocede a través de los miles de millones de años de la historia de nuestro planeta, hasta el primer célula de toda la vida en la Tierra», asegura este profesor de la Universidad Pompeu Fabra con una trayectoria de 40 años en Cambrigde en el libro ‘The Master Builder’, publicado en inglés el año pasado y con una traducción al castellano prevista para este.

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Serían las células las que determinan por qué tenemos el corazón a la izquierda, por qué tenemos cinco dedos, por qué los gemelos idénticos tienen huellas dactilares diferentes e incluso cómo es posible que una madre aparentemente no comparta su ADN con sus hijos. Así ocurrió con una mujer estadounidense de 52 años llamada Karen Keegan que tenía dos genomas distintos dependiendo de la célula que se mirase. Su sorprendente caso se descubrió cuando sus tres hijos se ofrecieron a donarle un riñón al sufrir ella un fallo renal. Tras hacer las pruebas de compatibilidad, los médicos vieron que dos de ellos no coincidían, es decir, en teoría no eran sus hijos. «Es un caso de quimera, un ejemplo muy utilizado en las clases», resalta la experta de la UPV/EHU.

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La música de la vida y la epigenética

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Otra respuesta es la de Denis Noble, profesor emérito de fisiología y biología de la Universidad de Oxford. Este considera que lejos de ser los genes los que construyen los organismos, son «prisioneros» de este. Según el profesor británico, debemos ver la vida como una variedad de niveles diferentes, todos interactuando entre sí en una red compleja. Esa red emergente, llena de retroalimentación entre niveles, desde el gen hasta el entorno más amplio, es la vida. Es una especie de música».

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»La vida es un sistema de muchos niveles (genes, proteínas, células, tejidos y módulos corporales como el sistema inmunológico y el sistema nervioso), cada uno con sus propias reglas y principios», explica también el físico y químico inglés Phillip Ball en el libro ‘How Life Works: A User´s Guide to the New Biology’.

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«En mi caso, la respuesta sería la epigenética», asegura por su parte la profesora Zubiaga. «En la secuencia de ADN no se ve si un determinado gen se va a expresar o no, o cuánto lo va a hacer. Esto lo regula el epigenoma». Si el ADN es la orquesta, la epigenética sería el director que indica qué músico tiene que tocar en cada momento. Y se ve afectado por lo que ocurre en el exterior, «si hacemos deporte o comemos en un McDonalds», dice la catedrática vasca, que insiste en que este debate es también una cuestión de filosofía».

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