En busca de extraterrestres

 

 

 

 

Este astrobiólogo estadounidense es el fundador y presidente de METI International, una organización dedicada a transmitir señales a civilizaciones extraterrestres.

Cree que, en algún lugar, hay otro ‘científico alienígena’ deseando escuchar nuestros mensajes e iniciar un diálogo interestelar. No es que crea que se trate de un objetivo sencillo pero está convencido de que hay que intentarlo.

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Carlos Manuel Sánchez

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Douglas Vakoch (Minnesota, 1961) fue director durante años del SETI, siglas que en inglés significan Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre, un proyecto respaldado por la NASA para rastrear señales de vida procedentes de otros planetas. Pero a Vakoch, licenciado en Astrobiología y con másters en Religión, Psicología, Historia y Filosofía de la Ciencia, lo de esperar a que ‘otros’ emitiesen señales no le parecía suficiente. Así que decidió que iba a ser él quien lanzase los mensajes. Así nació el METI, Mensajes a Extraterrestres Inteligentes. En esta organización participan decenas de investigadores de universidades de todo el mundo, convencidos, como él,  de que esos mensajes pueden llegar a ser escuchados.

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XLSemanal. ¿Tenemos claro qué hay que hacer si se produce un contacto con extraterrestres?

Douglas Vakoch. Antes de pensar siquiera en eso, lo que tenemos que tener claro es qué tipo de pruebas son necesarias para poder decir cualquier cosa sobre los ovnis. La curiosidad está en el corazón de la ciencia. Pero debe equilibrarse con el escepticismo. Es verdad que, en las últimas décadas, la ciencia nos ha ido dando cada vez más evidencias de que podría haber vida ahí fuera. Sabemos que casi todas las estrellas que vemos están orbitadas por planetas. Muchos podrían estar habitados. Pero que sus habitantes hayan venido a la Tierra ya es otra historia… Ni siquiera los vídeos del Pentágono prueban que hayamos sido visitados por extraterrestres.

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XL. ¿Aunque muestren maniobras que un avión es incapaz de hacer? 

D.V. Algunas personas mirarán un vídeo publicado por la Marina, verán un punto de luz moviéndose y dirán: «Vaya, eso está tan lejos, rozando la superficie del océano, que tiene que estar moviéndose más rápido que cualquier avión que conozcamos». ¿Pero cómo saben que estaba tan lejos? Tal vez estaba muy cerca del avión y, por tanto, se movía mucho más despacio. En esos vídeos no hay forma de saber a qué velocidad se movían los objetos.

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«Enviamos potentes señales de radio a las estrellas cercanas, para hacer saber a cualquier alienígena fisgón que queremos entablar un diálogo interestelar»

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XL. En definitiva, no son concluyentes

D.V. El sello de la ciencia es la capacidad de replicar sus observaciones. Tenemos un gran ejemplo en los astrónomos que participan en la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI, por sus siglas en inglés), donde los científicos apuntan radiotelescopios al espacio buscando señales artificiales que proporcionen signos reveladores de inteligencia alienígena. En SETI, no basta con encontrar una señal interesante una vez. Es necesario que se repita.

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XL. ¿Por qué?

D.V. Porque la ciencia es conservadora, y los científicos no estarán convencidos de que hemos descubierto extraterrestres a menos que podamos obtener una confirmación independiente. En SETI no damos credibilidad a ninguna señal que no se haya repetido. Los vídeos de la Marina muestran un montón de objetos inexplicables, pero nada indica que se trate del mismo objeto que reaparece una y otra vez.

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XL. ¿Podría ser tecnología secreta que esté probando algún país?

D.V. Podría. Por eso, debemos tener cuidado de no interpretar nuestra propia tecnología como una prueba de la existencia de extraterrestres. Podríamos captar una señal que se pareciera a las transmisiones extraterrestres que buscamos, y tratarse de un satélite de fabricación humana sobrevolando el observatorio, o de una emisora de radio de un pueblo cercano.

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XL. Pero no solo tratan de captar señales, ustedes también están enviando mensajes al exterior…

D.V. En efecto. La Mensajería de Inteligencia Extraterrestre (METI) envía potentes señales de radio a las estrellas cercanas, para hacer saber a cualquier alienígena fisgón que queremos entablar un diálogo interestelar.

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XL. ¿Un astrónomo extraterrestre?

D.V. Sí. Del mismo modo que los científicos del SETI exigen observaciones de seguimiento para estar convencidos de que realmente hemos descubierto inteligencia extraterrestre, suponemos que los científicos extraterrestres exigirán pruebas similares.

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XL. ¿Y qué tipo de mensajes estamos compartiendo?

D.V. Hemos enviado un tutorial matemático a la cercana estrella de Luyten en el curso del Sónar Calling GJ273b en 2017. Repetimos el mensaje tres veces seguidas el primer día, y luego repetimos todo el mensaje 24 horas después, y finalmente una vez más 48 horas después de la primera transmisión. Esto permite que cualquier alienígena en órbita alrededor de la estrella de Luyten tenga un par de días para conseguir que sus colegas astrónomos apunten sus telescopios hacia la Tierra. Y si lo hicieran, encontrarían precisamente el tipo de pruebas que nos faltan en los vídeos del Pentágono. Pero nuestros mensajes tardarán doce años en llegar, pues esa estrella está a doce años luz. Y, si nos contestan, la respuesta también tardará doce años.

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«Los extraterrestres no hablarán inglés, ni español, ni swahili. Las leyes matemáticas y físicas son las mismas para todos. Por eso se usan como idioma universal»

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XL. Pongamos que lo hacen, ¿cómo verificar la autenticidad de las señales?

D.V. Las pruebas de vida extraterrestre son esquivas. Los científicos del SETI no estarán convencidos de haber encontrado una civilización extraterrestre hasta que no se topen con una señal claramente artificial que se repita y que pueda ser observada por otros astrónomos con sus propios telescopios. Es la mentalidad opuesta a la de quienes sostienen que las pruebas de la presencia alienígena en nuestro planeta se mantienen en secreto. Los teóricos de la conspiración afirman que los extraterrestres ya han llegado a la Tierra, pero no pueden aportar pruebas que lo demuestren. Los científicos necesitan algo concreto que puedan medir con sus instrumentos.

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En busca de las civilizaciones extraterrestres. Desde la Mensajería de Inteligencia Extraterrestre se encargan de captar los mensajes del exterior y enviar potentes señales de radio a las estrellas cercanas para intentar entablar posibles diálogos.
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XL. ¿Pero debemos responder o es más seguro permanecer en silencio para evitar revelar nuestra existencia y ubicación a una civilización cuyo nivel tecnológico e intenciones desconocemos?

D.V. A algunas personas les preocupa que sea peligroso transmitir mensajes intencionados porque los alienígenas hostiles podrían lanzar una armada interestelar en nuestra dirección. Pero pasan por alto un punto fundamental…

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XL. ¿Cuál?

D.V. Que es demasiado tarde para quedarse callado. Los alienígenas avanzados no necesitan señales intencionadas para saber que estamos aquí. Cualquier civilización que pueda viajar entre las estrellas ya puede captar señales accidentales de radio y televisión que han estado saliendo de la Tierra a la velocidad de la luz durante un siglo.

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«Los alienígenas pueden ser más sabios o poderosos que nosotros, pero nunca más humanos. No nos harán menos únicos»

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XL. ¿Entonces, por qué tanta cautela? 

D.V. Es cierto que una civilización extraterrestre que tenga nuestro nivel tecnológico no podría detectarnos si nuestras señales no son intencionadas. Pero tampoco hay que agobiarse. Porque esas civilizaciones no tienen la capacidad de viajar entre las estrellas para hacernos daño, del mismo modo que nosotros mismos estamos lejos de ser capaces de realizar viajes interestelares.

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XL. ¿Podremos entender su lenguaje o sus métodos de comunicación?

D.V. Uno de los grandes retos de la creación de mensajes interestelares es encontrar un formato que sea inteligible para una civilización evolucionada de forma independiente. Podemos estar seguros de que los extraterrestres no hablarán inglés, ni español, ni swahili.

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XL. ¿Las matemáticas podrían ser la base de un idioma universal?

D.V. Así se ha considerado históricamente, pues las leyes matemáticas y físicas son las mismas para todos. A menudo pensamos en los intentos de comunicarnos con inteligencias extraterrestres como una preocupación actual. Pero hace mucho que lo intentamos… A principios del siglo XIX, el matemático alemán Carl Friedrich Gauss propuso ir a los bosques de Siberia, talar enormes franjas de árboles con la forma del teorema de Pitágoras y plantar campos de trigo. Cualquier inteligencia en la Luna que mirara hacia la Tierra sabría que nuestro mundo está habitado por sabios matemáticos. Por la misma época, el astrónomo austriaco Joseph von Littrow sugirió ir al desierto del Sáhara, tallar un enorme canal en forma de círculo de decenas de kilómetros de diámetro, llenarlo de queroseno y prenderle fuego. Nuestros vecinos celestes recibirían un mensaje que les sugeriría que los humanos apreciamos la sencilla elegancia de la geometría.

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XL. La Luna siempre nos ha hecho soñar…

D.V. Sí. Aunque a principios del siglo XIX era razonable pensar que la Luna podría albergar vida inteligente, a finales de ese siglo los científicos comprendieron que la Luna no tiene una atmósfera consistente, por lo que los astrónomos empezaron a buscar inteligencia más lejos de la Tierra. Por ejemplo, el polímata francés Charles Cros propuso un método para comunicarse con seres inteligentes en Marte o Venus. Esos planetas están tan lejos de la Tierra que no contaba con que pudieran ver imágenes en la superficie de nuestro planeta. En su lugar, sugirió utilizar grandes espejos para lanzar luces al espacio, proporcionando una especie de código Morse interplanetario.

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XL. ¿Podría aplicarse la investigación sobre la comunicación animal, por ejemplo, la de los delfines, a nuestros intentos de comunicarnos con vida extraterrestre?

D.V. Una de las ventajas de estudiar la comunicación animal es que puede abrirnos a posibilidades que ignoramos dada nuestra forma humana habitual de percibir el mundo. Por ejemplo, los humanos somos criaturas muy visuales. Sin embargo, sabemos de especies que viven en las profundidades marinas que no pueden confiar en la visión para navegar por su entorno. Y puede haber una especie extraterrestre que también haya evolucionado así…

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«También buscamos señales biológicas de vida. Esperamos que la vida microbiana esté mucho más ampliamente distribuida por la galaxia que la vida inteligente»

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XL. ¿Y de qué hablaremos? 

D.V. Si hay habitantes en órbita alrededor de la estrella de Luyten capaces de detectar nuestro mensaje, entonces sabemos que tienen una tecnología de radio comparable a la nuestra, lo que proporciona un punto de partida natural para un lenguaje interestelar. Para construir una antena de radio, en la Tierra o en cualquier lugar de la galaxia, hay que ser un buen ingeniero, y no se va a ser muy buen ingeniero si no se sabe algo tan básico como 2+2=4. Este tipo de principios aritméticos fundamentales son la base de nuestros mensajes interestelares.

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XL. Para romper el hielo puede valer, ¿pero luego?

D.V. En el pasado, los mensajes enviados desde la Tierra trataban de hablar de todo. Nuestro mensaje a la estrella de Luyten se centró en algo que nosotros y los extraterrestres tenemos en común: la propia señal de radio. Nuestro mensaje explica conceptos básicos sobre las radiofrecuencias enviando señales en diferentes frecuencias, y luego refiriéndose a esas diferencias en el propio mensaje.

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XL. Y si empezamos ese diálogo, ¿quién decide la agenda?

D.V. Es una cuestión abierta y muy interesante. Está por ver qué individuos o grupos se encargarán de decidir los temas en una conversación interestelar que puede tardar siglos o milenios.

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XL. ¿Qué papel podría desempeñar la inteligencia artificial para ayudarnos a descifrar la comunicación extraterrestre?

D.V. El reto de SETI consiste en cribar miles de millones de ondas de radio generadas por el universo de manera natural para encontrar una señal creada por una tecnología extraterrestre. Sería ideal poder utilizar el aprendizaje automático para entrenar a los ordenadores a reconocer las señales que buscamos. Sólo hay un problema: no tenemos ninguna señal extraterrestre que sirva de ejemplo.

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XL. ¿Entonces?

D.V. También podemos utilizar la inteligencia artificial para eliminar el ruido radioeléctrico generado por las tecnologías humanas cuando escaneamos el cielo en busca de señales de radio. Al eliminar las falsas alarmas, el aprendizaje automático puede facilitar la detección de señales reales de extraterrestres.

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XL. También estamos empezando a investigar la atmósfera de algunos exoplanetas…

D.V. Sí. Buscamos biofirmas, señales biológicas de vida. Esperamos que la vida microbiana esté mucho más ampliamente distribuida por la galaxia que la vida inteligente. Pero las bacterias no pueden apuntar un transmisor de radio hacia la Tierra, así que tenemos que buscar pruebas indirectas de su existencia. La buena noticia es que estamos a punto de disponer de observatorios en el espacio que pueden empezar a caracterizar la composición química precisa de las atmósferas de planetas que orbitan otras estrellas. La combinación adecuada de oxígeno, dióxido de carbono y metano podría proporcionar una prueba de vida mucho antes de que podamos viajar entre las estrellas para visitar estos mundos.

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XL. ¿Y si lo que encontramos es una señal tecnológica?

D.V. En este caso, el mayor rato para encontrar una tecnofirma es imaginar civilizaciones extraterrestres que sean radicalmente diferentes de la nuestra. ¿Dónde podríamos encontrar una tecnología alienígena un millón de años más avanzada? Tal vez en ningún lugar cerca de la Tierra, donde ya podría ser evidente para nosotros. Por eso, además de buscar extraterrestres dentro de la Vía Láctea, también deberíamos buscar más lejos, en galaxias alejadas.

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XL. ¿Los extraterrestres nos traerán la salvación o la aniquilación?

D.V. Sospecho que ni lo uno ni lo otro. Al igual que hemos hecho durante milenios, los seres humanos seremos responsables de determinar nuestro propio destino. A algunos les preocupa que el conocimiento de la existencia de extraterrestres haga a la humanidad menos única. Creo que ocurrirá justo lo contrario. Cuanto más sepamos sobre cualquier inteligencia que haya evolucionado en otro mundo, más claro veremos que nunca habrá un duplicado del Homo sapiens en un exoplaneta lejano. Puede que haya seres más sabios o poderosos que nosotros, pero nunca serán más humanos.

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