.

.

.

Javier Sádaba | Filósofo

«Hay una epidemia general de imbecilidad»

 «Quienes mandan son fruto de la sociedad que los elige», dice a modo de autocrítica global este pensador, que acaba de publicar ‘Al final del viaje’

 

Sábado, 30 de noviembre 2024

.

.

.

Javier Sádaba (Portugalete, 1940) habla sobre filosofía, política, religión y la vida misma en un lugar en el que disfruta de tranquilidad y al tiempo de contacto con la gente.

.

Es la terraza de una cafetería situada muy cerca de su casa de Madrid, un oasis a dos manzanas de una de las avenidas de más tráfico de la ciudad. Aquí, este intelectual que lleva casi medio siglo siendo una referencia ineludible en el ámbito del pensamiento conversa con el periodista a última hora de la mañana en un día de otoño tan luminoso que parece irreal.

.

La conversación fluye con facilidad y de vez en cuando se aproximan algunos parroquianos a comentarle que están leyendo su último libro.

.

Se trata de ‘Al final del viaje. Mi vida, mi mundo’ (Ed. Almuzara), en el que repasa su biografía y su carrera en un relato que entrelaza con los acontecimientos vividos en España y el mundo en este tiempo. Aquí está el Sádaba irreductible, crítico con la Transición, la política de hoy y sus protagonistas.

.

A los 84 años, conserva una envidiable vitalidad y no ha cedido ni un milímetro en su compromiso. Antes al contrario, se confiesa «más radical» que tiempo atrás en la defensa de sus ideas, «pero sin dogmatismos». Ni pelos en la lengua.

.

– Dice en las últimas páginas de su libro: «Se ha colocado en cada puesto institucional al más imbécil». Eso se llama dejar las cosas claras. ¿Aquí no se salva nadie?

.

– Hay una especie de epidemia general de imbecilidad que afecta también a España. No debemos olvidar que quienes mandan son fruto de una sociedad que los elige. Existe algo así como un proceso de selección del más incapaz, aunque por supuesto siempre se encuentran excepciones.

– En su libro hace un repaso de su biografía al hilo de lo vivido como sociedad en los últimos sesenta años. Y el balance es una política partida en dos bloques que funcionan como sectas y fomentan el odio. Da la impresión de que hace veinte años no era así, y tampoco en la Transición.

.

– En la Transición ganaron las posturas más posibilistas ante otras más rupturistas. Se ha hablado mucho de eso y podríamos seguir haciéndolo. Pero es cierto que en esos años no había tribus. Recordemos aquel programa en TVE de José Luis Balbín, ‘La clave’, en el que personas con ideas muy diferentes iban a debatir sin tensión ni dogmatismo. A mí me invitaron muchas veces.

.

La polarización actual va más allá de España, y el resultado es que se van perdiendo virtudes como la sinceridad y el respeto mutuo, y aparece la tiranía de los partidos. Que pueden ser muy parecidos en algunas cuestiones pero que sin embargo se odian, con todo lo que ello lleva consigo.

.

– De la derecha dice usted que ha recuperado los tics antiguos, los que proceden de la dictadura.

.

– Ha quedado una derecha potente, aunque sea fantasmal, que adopta un aire que viene de Europa y de EE UU. La derecha de los ochenta era más liberal. Eso se ha perdido. Ahora en ella hay gente capaz pero que participa en una confrontación entre la ‘fachosfera’ y la ‘bobosfera’.

.

– ¿Y la izquierda?

.

– Se ha autodestruido. Se ve en algunos aspectos, como cuando se habla de memoria histórica y lo hace gente que no sabe ni a qué nos referimos. Hay una generación que en una parte se alimenta de estar contra la derecha y otra de estar contra la izquierda. Eso genera no un debate sino un ‘voy a por ti’.

.

Se va al ‘zasca’ y no al argumento. En realidad, parece importar mucho más eso que convencer al interlocutor. Por no hablar de cómo hay muchos políticos y opinadores que hablan al dictado.

.

– Esos políticos, parlamentarios y ministros, que son incapaces de decir una frase sin leerla…

.

– Porque tienen un miedo tremendo a salirse del guion, son gente poco preparada, así que deciden no correr riesgos. Me moriré, creo, sin haber visto en un debate parlamentario a alguien que le diga a otro de otro partido: «Tiene usted razón».

.

– ¿Esto lo ve solo en España o también sucede en el entorno más inmediato?

.

– Es un problema general de las democracias burguesas, pero el zapato que me aprieta es el mío. Aquí, cuando alguien no tiene nada que decir, grita. He vivido en países con un toque de modernidad, con una cierta capacidad de diálogo.

.

Países en los que cuando uno habla sabe que no lo van a machacar sino que se abrirá un espacio de diálogo.

.

– ¿Está pensando en alguno en concreto?

.

– Creo que el mejor destino sería Alemania, un país donde hay un nivel de educación mayor y donde se trabaja con previsiones antes de tomar decisiones.

.

– Usted se califica como anarquista y asegura haber votado solo una vez y en unas europeas.

.

¿Cree que resolvería algo, permitiría asentar la democracia sobre unas bases nuevas, una huelga de votantes, como la que describe Saramago en ‘Ensayo sobre la lucidez’?

.

– Los que tenemos una visión anarcoide siempre pensamos que hay una alternativa. En la democracia representativa hemos llegado a un punto en que a los partidos solo les interesa sacar votos. Un revulsivo sería una democracia más directa.

.

Yo soy libertario, no libertariano. No quiero que me confunda nadie con Milei, Hayek o Mises. Suelo recordar en mis libros que no participo en política pero quiero mejorarla.

Sin argumentación

– Votar a un partido solo para que no gobierne la derecha, o para que no gobierne la izquierda, es de una infinita tristeza.

.

– Y una pésima argumentación que da excusas para que quien esté en el Gobierno en cada momento haga lo que le dé la gana. Es un argumento que imposibilita el debate. Se crea algo así como una especie de sectas que niegan cualquier posibilidad de diálogo porque cuando estás en una no puedes abrirte al otro. Se destruyen de esa forma ciertos razonamientos previos.

.

Si el poder no es compartido, estamos ante algo terrible. Mire, hoy podría nombrarse ministro de Cultura a un analfabeto. Y no es eso. Hay que elegir a gente que sepa de lo suyo, y luego tendremos en cuenta su ideología, pero lo primero es lo primero.

.

– Por razones biográficas, sus vínculos con la religión son relevantes. Y advierte de que es preciso criticar del islamismo, como del catolicismo y otras religiones, cuanto se crea criticable. ¿Cree que por temor se está eludiendo el debate sobre las religiones, salvo la católica?

.

– Se parte de una ignorancia suprema. Yo escribo en la revista ‘Europa laica’, donde critico muchas veces a la Iglesia. Lo curioso es que cuando lo hago con el Islam a algunos les parece mal. No sé si no se han enterado o es que siguen consignas.

.

Las cosas hay que vivirlas pero en cambio lo que hay es una confusión perversa. No le quepa duda de que seguiré criticando los aspectos peores de las religiones aunque haya a quien no le guste.

.

– ¿Es más peligroso el populismo de derechas o de izquierdas?

.

– Hay que tener cuidado con el término porque algo popular es bueno. El populismo tiene esas dos versiones de las que usted habla. Hay una más de derechas, que ha tenido gran peso en Francia. Y otra más de izquierdas, con carga de sentimentalismo, con una imagen de ‘yo estoy más con la gente’…

.

– Y ambos coinciden en decir a la gente solo lo que esta quiere oír.

.

– Un político lo hará si cree que eso da votos. Pero hay que saber perder y entender que si un día ganamos será porque en algún momento anterior no dijimos lo que convenía sino otra cosa. Es importante llamar a las cosas por su nombre.

.

Eso es algo que sucede ahora con tantas modificaciones superficiales del lenguaje que nos llevan a no saber exactamente de qué se habla. Está sucediendo en este tiempo con el término ‘racismo’.

.

– Sugiere en el libro que quedan algunos asuntos clave por resolver en nuestra historia reciente: por ejemplo, el 11-M. ¿No se cree la sentencia judicial?

.

– No soy un conspiranoico, para nada. Pero me mantengo incrédulo. No acabo de creer la verdad judicial sobre el asesinato de Kennedy, o lo de Carrero tal y como se nos ha contado. No me lo creo pero no paso de ahí.

.

– Hablemos de caídas del caballo. De esos políticos de izquierdas que se pasan a la derecha o de derechas que, aunque son menos, se pasan a la izquierda.

.

– Eso denota que hay algo extraño en lo que hacen. Decía Keynes que se puede cambiar pero que hay que dar las razones para el cambio, algo que esos a los que usted se refiere no han hecho.

.

Es diferente de lo que sucede con algunas personas que dicen que como se han hecho mayores ahora son de derechas. Desde luego, no es mi caso.

.

Yo me he radicalizado, aunque sin dogmatismos. En muchas ocasiones, creo que tras esos cambios hay un interés económico. Pero estoy convencido de que entre tener como referentes de la izquierda a Corea del Norte, Venezuela o Nicaragua y pasarse a la derecha hay mucha distancia.

Dar lecciones

– No solo pasa con políticos. También sucede con intelectuales. Hay dos personas muy brillantes de su generación, hablo de Savater y Albiac, que ahora están más identificadas con la derecha.

.

– Dos personas con las que sigo manteniendo la amistad y mi admiración por su obra y su pensamiento, aunque es evidente que no coincido con el cambio que han experimentado.

.

– Un dirigente muy importante de esa izquierda abertzale que apoyó la actuación de ETA dice ahora que no ve base suficiente para la independencia. ¿También eso es una caída del caballo?

.

– Yo he sido muy comprensivo con la izquierda abertzale y sus cosas. La condena a ETA debería haber sido mucho más radical por su parte, y también por la mía. Pero, dicho eso, no creo que la autodeterminación, que ya sabe usted que siempre he defendido, deba guardarse en un cajón. Creo que no debe hacerse por más que se asegure que la Constitución o las leyes internacionales no la permiten.

.

– Me ha llamado la atención un párrafo de su libro en el que cuenta cómo el día que ETA mató a Yoyes usted escribió una carta a ‘Egin’, donde colaboraba, para criticar el crimen. Y recibió una llamada de su director.

.

– Sí, de José Félix Azurmendi. Me decía que sería inconveniente publicarla. De hecho, no la publicó.

.

– ¿Aquí todo el mundo tiene algún pecado original, incluso los que más van de puros?

.

– Me dijo que no la publicaría y yo lo acepté… A mí me molesta mucho el secuestro de la moral. Eso es algo que hay que plasmarlo en la conducta personal. Lecciones, las mínimas.

.

– Pues hay quienes no paran de darlas.

.

– En ese caso, si quieren darlas, que las trasladen a la vida cotidiana: alguien que se dice de izquierdas y vive como alguien de derechas evidentemente no es de izquierdas.

.

.

.

· Link

.

.

.

.

.