Por fin tenemos con nosotros el esperado libro que pone fin a la trilogía empezada hace ya unos años por Juan Luis Arsuaga y Juan José Millás, que comprende La vida contada por un sapiens a un neandertal, La muerte contada por un sapiens a un neandertal y, ahora, La conciencia contada por un sapiens a un neandertal.
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Cuando nos sumergimos en la lectura de este libro no parece que estemos ante un trabajo de divulgación científica, sino que somos parte de sus disertaciones y aventuras. ¿Cómo ha sido para ustedes juntarse para despedir esta trilogía?
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Juan José Millás: Ha sido muy gozoso también. Además, como ves, en el libro hay mucha tensión entre estos dos personajes, y eso hace que sea un final muy abierto, pero por otra parte no decae el interés novelesco por la vida de esos dos personajes.
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Yo suelo decir que si yo fuera un lector de este libro y no hubiera tenido nada que ver en su construcción, lo que más me interesaría de esta trilogía es la relación entre esos dos individuos que proceden de lugares muy distintos, que tienen intereses distintos, y que en el fondo son comunes, pero abordados desde perspectivas diferentes.
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Y en torno a esa relación se van tejiendo todos los asuntos de carácter científico o filosófico. Fíjate que hemos terminado el libro y esa relación me sigue interesando, porque es una relación curiosa, no es una relación de amistad clásica, tampoco de enemistad…
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Yo digo que es una relación para la que no tienes nombre, porque no se ha dado un nombre todavía. Hemos generado cierta dependencia de uno en relación al otro.
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Yo voy por ahí, veo cosas y pienso: “¿Qué diría Arsuaga de esto?”, y él me ha confesado que le pasa lo mismo. Dice: “Qué pena que no esté Juanjo aquí para explicárselo”.
En esta trilogía hemos abordado la vida, la muerte…, ahora la conciencia o la consciencia. ¿Es verdad eso que se dice de que los humanos somos los únicos mamíferos conscientes de nuestra propia mortalidad?
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Juan Luis Arsuaga: Sí, y a partir de cierta edad. Yo tengo un nieto de dos años que no se acuerda de nada. Le resulta familiar, pero no sabe si va a ir al cole, si es sábado, domingo, si es su cumpleaños… Pero es muy inteligente.
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Hace muy bien todo lo que tiene que hacer un niño. Pero es que muchas cosas se desarrollan con la edad. Igual que la muerte se descubrió en el tiempo geológico, también la descubrimos en el tiempo biológico. Lo que pasa es que al principio no nos importa, o no nos afecta.
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La vemos muy lejana.
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Juan Luis Arsuaga: Claro, podemos sentir la pérdida de un familiar cercano, pero tiene que ser muy cercano. Luego empieza a preocuparnos nuestra propia mortalidad, pero lo cierto es que tampoco nos lo creemos.
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Tú fíjate que yo el otro día en Bidebarrieta me dijeron que había muerto un vecino mío de aquí de Bilbao, y me dijeron: “Fulminante”. Yo digo: “Era de mi misma edad”. Pero yo no me siento en peligro. Me siento bien. Si tuviese alguna enfermedad o me encontrase mal, a lo mejor lo vería inminente.
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Y aquí es adonde quería ir a parar. Es un gran descubrimiento ese de que te tienes que morir. Es un descubrimiento que haces cuando estás perfectamente sano.
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Juan José Millás: La única prueba es que se ha muerto todo el mundo (risas). Es como, ¿por qué se caen las cosas? Si tú tiras un objeto cien veces, cien veces cae al suelo.
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Pero es verdad esto que dice Arsuaga, que yo creo que todo el mundo piensa que a él se le va a arreglar de algún modo, que habrá una negociación o algo (risas). Pero de todos modos no somos conscientes de la brutalidad que supone que entre todos los miles de millones de especies seamos la única a la que nos ha sido dada esta maldición, la de ser los únicos que sepamos que vamos a morir, esta lotería envenenada. Si lo piensas, puedes preguntar por qué. ¿Cómo surgió? Por eso no es extraño que surjan teorías esotéricas, que dicen que fueron los extraterrestres, que nos pusieron una cosa en la cabeza…
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O que comimos del árbol de la ciencia.
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Juan José Millás: Claro, yo suelo decir que la Biblia es más verosímil que la ciencia.
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Juan Luis Arsuaga: A más conocimiento más dolor. Cuanto más sabes…
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Juan José Millás: Claro, pero esto no lo pensamos porque yo creo que si lo pensamos te metes en un abismo…
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Ahora, en este libro encontramos varias ideas interesantes. Nos han roto por ejemplo los esquemas del libre albedrío. Aseguran que no lo tenemos realmente, que es fruto de la falta de datos.
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Juan Luis Arsuaga: Ahora descubrimos que hay cosas por ahí que nos mueven muy potentes, y que al final muchas veces respondemos de una forma muy poco libre. A veces somos marionetas, esclavos de nuestras emociones y nuestros estímulos.
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Juan José Millás: Vamos viendo, a medida que avanza el conocimiento, que lo que se atribuía a fuerzas naturales, desconocidas…, era simplemente falta de información. Y la pregunta es si en ese avance llegaríamos a averiguar que todo está determinado y lo único que pasaba es que nos faltaba información.
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Ya los griegos tuvieron la intuición de hablar del fatum, del destino fatal como algo irremediable, como algo que está asignado desde el nacimiento, y esta es la gran pregunta: ¿Podrá suceder como ocurre en la famosa película de ciencia ficción Minority report, que sepamos que alguien va a ser delincuente antes de que delinca?
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Eso sería tremendo, porque nos gusta pensar que en todo lo que hacemos hay un grado de responsabilidad, y de hecho actuamos como si hubiera un grado de responsabilidad. Por eso hay leyes, justicia y cárceles.
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Pero podría ser que finalmente ese margen de responsabilidad que todavía nos atribuimos ni siquiera existiera y que todo estuviera determinado. No hubiera habido ninguna posibilidad por ejemplo de que nosotros tres nos reuniéramos aquí hoy a esta hora.
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¿Los personajes de Millás y Arsuaga en el libro se pondrán de acuerdo en ese dilema mente-cerebro? ¿El lenguaje científico y el literario acabarán por unirse?
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Juan Luis Arsuaga: ¿Quién sabe?
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Juan José Millás: Yo creo que hay un acercamiento. Es evidente que hay un acercamiento mío al biologicismo de Arsuaga y yo creo que hay un acercamiento suyo hacia mi posición.
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Pero yo creo que también eso lo tendrá que resolver la neurociencia, porque la neurociencia no ha resuelto la dicotomía cerebro-mente.
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Juan Luis Arsuaga: Yo tengo argumentos que todavía no he utilizado (risas). Tengo cartas que todavía no he sacado, alguna muy poderosa.
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¿Les gustaría decirles algo a sus lectores ahora que se despiden de este dúo científico-literario?
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Juan José Millás: Les diría que hasta pronto (risas).
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Juan Luis Arsuaga: Cuando se acaba una cosa se empieza otra, o sea que no pasa nada. Se puede pensar en otra cosa. Siempre hay cosas que hacer, y sobre todo siempre se pueden aprender cosas nuevas, eso es lo importante. Esperamos hacer alguna cosa más.
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¿Conjunta?
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Juan Luis Arsuaga: No lo sé, todavía no hemos tenido tiempo de pensar (risas).
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Juan José Millás: En todo caso, no como continuación de esto. Esto está acabado.
Aunque los lectores, de poder, les pedirían más.
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Juan Luis Arsuaga: Sí, yo tengo un amigo que me dice: “Da igual, como si habláis de modelismo naval. Si lo divertido es el diálogo”, y eso me dejó pensando. Dije, a ver si hacemos uno de barcos todavía (risas).
¿Tienen algún deseo para el futuro?
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Juan José Millás: Que no llueva.
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Juan Luis Arsuaga: Que llueva (risas).
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