Aunque resulta tentador suponer que ChatGPT y otros sistemas de Inteligencia Artificial (IA) similares podrían ser conscientes, según un nuevo estudio esto supone subestimar gravemente la complejidad de los mecanismos neuronales que generan la consciencia en nuestros cerebros. Los investigadores no han logrado determinar aún cómo surge la consciencia en el cerebro humano, pero todo indica que los mecanismos son mucho más complejos que los procesos subyacentes a los modelos de IA actuales.
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En una nueva investigación publicada recientemente en la revista Trends in Neurosciences, los neurocientíficos Jaan Aru, Matthew Larkum y Mac Shine concluyen que la consciencia artificial no parece ser una característica que hayan alcanzado o puedan concretar próximamente los modelos de Inteligencia Artificial (IA) actuales, en concreto aquellos denominados modelos de lenguaje grande (LLM) y que se aplican a sistemas como ChatGPT o similares.
No existe aún una consciencia artificial
De acuerdo a una nota de prensa del Consejo de Investigación de Estonia, las capacidades demostradas por estos modelos de IA para entablar conversaciones parecidas a las que sostienen los seres humanos entre sí han propiciado un concepto que, desde la perspectiva de la neurociencia, es erróneo: muchos creen que los sistemas de IA como ChatGPT, basados en esquemas de lenguaje grande o amplio (LLM), ya han desarrollado una especie de consciencia artificial o están cerca de lograrlo.
Sin embargo, para los especialistas esto supone menospreciar los mecanismos neurobiológicos que subyacen a la consciencia humana. En otras palabras, aunque al interactuar con estos sistemas sus respuestas indicarían la existencia de ciertos niveles de consciencia, lo más probable es que por el momento solo se trate del resultado de ingeniosos algoritmos de coincidencia de patrones. Sistemas como ChatGPT parecen ser conscientes de sus respuestas, pero en verdad estarían respondiendo a nuestras necesidades o requerimientos sin que exista un proceso que pueda compararse con la consciencia humana.
Por ejemplo, los científicos explican que los sistemas de IA carecen del contenido de información característico de nuestro contacto sensorial con el mundo que nos rodea. Al mismo tiempo, a las arquitecturas de los algoritmos de IA actuales les faltan características centrales del sistema talamocortical, que se han relacionado con la consciencia en los mamíferos. Dicho sistema biológico es una unidad funcional cerebral compuesta por fibras nerviosas, dedicadas a conectar el tálamo con la corteza cerebral.
Un proceso más complejo
En consecuencia, podría decirse que las trayectorias evolutivas y de desarrollo que llevaron al surgimiento de organismos vivos conscientes no tienen aún un crecimiento comparable en los sistemas artificiales, por lo menos en los que se conocen en la actualidad. La existencia de organismos vivos depende de sus acciones y su supervivencia está relacionada a procesos celulares, intercelulares y organizacionales de múltiples niveles, que culminan finalmente en la consciencia.
En conclusión, si bien en una primera mirada superficial ChatGPT y otros sistemas similares podrían parecer conscientes, en realidad los mecanismos que desembocan en la consciencia humana son mucho más complejos que aquellos que sustentan los modelos lingüísticos actuales de IA. Sin embargo, esto no significa que en el futuro otros sistemas artificiales logren finalmente la complejidad necesaria para ser considerados realmente conscientes.
Referencia
The feasibility of artificial consciousness through the lens of neuroscience. Jaan Aru et al. Trends in Neurosciences (2023). DOI:https://doi.org/10.1016/j.tins.2023.09.009
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