El eguzkilore es uno de los símbolos más populares de la cultura vasca. Esta flor, procedente de la planta Carlina acaulis, ha sido desde siempre un amuleto protector para muchas familias. Asimismo, representa a la perfección el nexo entre la naturaleza y el sentimiento de identidad del pueblo vasco.
Por si fuera poco, se ha convertido en un emblema de protección y luz para todos aquellos que lo han mantenido cerca de su entorno. Así las cosas, toca descubrir más acerca de su historia y tradición. ¿De dónde proviene el eguzkilore?
Un origen cargado de magia
La historia del eguzkilore está inevitablemente vinculada a la mitología vasca, una serie de creencias y leyendas que narran el mundo y sus misterios mediante relatos transmitidos de generación en generación.
De acuerdo con los cuentos mitológicos, esta flor fue un regalo de Amalur, la Madre Tierra, a los seres humanos, con el objetivo de protegerlos de los espíritus malignos y las criaturas de la noche.
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La mitología, protagonista
Las leyendas cuentan que, en tiempos remotos, los vascos vivían aterrorizados por entidades nocturnas como las brujas (sorginak) y los espíritus (gauekoak), entre otros. Estas criaturas no soportaban la luz del sol y únicamente podían salir al ponerse este.
Por lo tanto, los antiguos colocaban un eguzkilore en la puerta de sus casas para protegerse de estos seres. La flor, similar a un sol, engañaba a las criaturas nocturnas, haciéndoles creer que el día no había terminado, y así no podían acercarse a las viviendas.
Su etimología
Si analizamos detenidamente su etimología, podremos apreciar que el significado literal de “eguzkilore” es «flor del sol» en euskera. Por lo tanto, es evidente que el sol adquirió una tremenda importancia en la sociedad y culturas de antaño.
Del mismo modo, la flor, tan presente en la naturaleza de prácticamente cualquier punto de la geografía vasca, encarna el valor de amuleto, siendo un símbolo de fuerza y vida.
Historia del eguzkilore
Aunque el uso del eguzkilore como protección tiene siglos de antigüedad, su origen exacto es difícil de determinar. No obstante, lo que sí se conoce es su procedencia botánica: la planta Carlina acaulis nativa de Europa y común en zonas montañosas de Euskal Herria.
Se caracteriza por sus hojas espinosas y su flor, que puede alcanzar un tamaño considerable, con un centro dorado rodeado de pétalos de un tono plateado.
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Usos típicos
Tradicionalmente, se recogía la flor y se secaba para ser colgada en las puertas de las casas, graneros y establos. De este modo, no solo se protegía el hogar, sino también los animales y las cosechas, y ahuyentaba las tormentas y los malos augurios.
Evolución a lo largo de los siglos
Con el tiempo, la función del eguzkilore como protector se ha mantenido vigente, pero su significado ha ido variando paulatinamente. Hoy en día, es frecuente ver representaciones de esta flor en las puertas de las casas, así como en el mundo de la decoración.
El eguzkilore en la actualidad
Actualmente, el eguzkilore sigue siendo uno de los símbolos más famosos de la cultura euskaldun. Con el paso del tiempo, más que por su función protectora, ha sido la unión del pueblo vasco con su historia y tradiciones milenarias.
Cabe mencionar que también comunica un mensaje esperanzador ante las adversidades, pues la luz siempre vence a la oscuridad. Algo que se trata de transmitir ante las adversidades con la idea de transmitir fuerza y resistencia.
Por otra parte, hay quienes piensan que colocar un eguzkilore en su casa resulta una especie de muestra de respeto a sus antepasados, al igual que una fuerte reivindicación de la identidad euskaldun y sus raíces más profundas.