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Violencia extrema, desmembramientos, canibalismo… Así fue la peor matanza prehistórica de Gran Bretaña hace 4.000 años

Cuatro milenios atrás todo un pueblo en lo que ahora es el condado de Somerset, al oeste de Londres, fue aniquilado. Ahora un equipo de investigadores, entre los que se encuentran científicos españoles, revela luz sobre uno de los capítulos más oscuros de la Edad del Bronce

La primera guerra de Europa se produjo en la península ibérica hace 5.000 años

Ejemplos de cráneos del conjunto, con evidencia de traumatismo por objeto contundente y marcas de corte Schulting et al
Patricia Biosca

En medio de un campo de cultivo junto a la granja de Charterhouse Warren, en el condado de Somerset, 200 km al oeste de Londres, llama la atención un pequeño y desordenado grupo de árboles. Esta extraña mancha de maleza en medio de los sembrados verdes esconde a su vez la oscura entrada a una angosta sima de un metro de ancho por quince de profundidad en la que, en los años 70, unos espeleólogos locales hallaron más de 3.000 huesos pertenecientes a por lo menos 37 personas que vivieron hace 4.000 años.

La historia se pone aún más truculenta a medida que se profundiza en el pasado. Porque cinco décadas después y tras desempolvarse del archivo de un museo cercano, los restos revelan ahora una cruda realidad de violencia extrema e incluso canibalismo en la Edad de Bronce. No solo eso: es la mayor masacre prehistórica en Gran Bretaña de la que se tiene constancia en la que, todo parece indicar, un pueblo entero, incluidas mujeres y niños, fue exterminado. El estudio, en el que participan investigadores españoles, acaba de ser publicado en la revista ‘Antiquity‘.

 
 
 
 
 
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En la mayoría de los cráneos encontrados se habían hallado marcas que ya indicaban que la muerte de aquellas personas no había ocurrido de forma natural. El nuevo estudio, que comenzó su andadura a finales de 2017, ha encontrado aún más evidencias de fracturas y contusiones perimortem (es decir, provocadas en torno al momento de la muerte); sin embargo, no hay evidencia de marcas de defensa, por lo que los autores piensan que las víctimas fueron pilladas por sorpresa. Y el suceso no acaba ahí. «No solo los mataron, sino que procesaron sus restos», explica a ABC Javier Ordoño, arqueólogo, socio-fundador de Arkikus y uno de los autores del trabajo junto con Teresa Fernández-Crespo, investigadora de la Universidad de Valladolid. «Y, al menos en parte, fueron consumidos», continúa.

Un trabajo de carnicería minucioso

Porque, como si de expertos carniceros se tratara, se han evidenciado sobre el hueso señales de cortes realizados con herramientas de pedernal que señalan que alguien despellejó, desmembró y desarticuló los cuerpos de las víctimas, así como fracturas intencionales de los huesos largos seguramente para extraer el tuétano de los mismos, y numerosos cortes por dentro de las costillas, como señal de que los órganos fueron extraídos en este macabro ritual; se hallaron incluso evidencias de cocción, además de marcas de dentaduras humanas en pequeños huesos, como las falanges.

«Un trabajo tan minucioso (y tan macabro), sobre tantos individuos, tuvo que ocupar no unas horas, sino días, además de implicar un conocimiento de la anatomía humana similar al de un cirujano», indica Ordoño. Además, los expertos calculan que el yacimiento está excavado solo al 50% de su potencial, por lo que las víctimas podrían duplicarse.

Curiosamente, se da la circunstancia de que en el yacimiento paleolítico de Gough’s cave, en Cheddar Gorge, separado apenas por un par de kilómetros, se han encontrado también pruebas de canibalismo. «Pero eso ocurrió hace unos 14.000 años, diez milenios antes de todo esto, y seguramente por causas completamente distintas», señala el arqueólogo.

Los autores, entre los que también se encuentran investigadores de la Universidad de Oxford y la Universidad Libre de Bruselas, piensan que en el caso de Charterhouse Warren ni los factores ambientales ni los étnicos pudieron detrás de las tensiones que resultaron en la masacre. «Las evidencias climáticas y genéticas no corresponden con ninguno de estos dos escenarios», dice Ordoño. Tampoco con una lucha por los recursos, pues la zona no es especialmente rica en minería (que en la Edad del Bronce podía ser crucial) ni sus campos son especialmente fértiles. «Aquella gente vivía sobre todo de la ganadería, por lo que es posible que algo relacionado con un robo pudiese ser el germen de una violencia en escala que terminó con la erradicación de un pueblo entero».

Además, los huesos estudiados fueron lanzados al fondo de la sima junto con restos de otros animales (se han hallado sobre todo restos de vaca, oveja y cerdo, pero también de algún ciervo). «Así se les despojaría aún más de su humanidad -explica el arqueólogo-. Es más: las marcas que encontramos en los huesos de las víctimas humanas mostraban más un procesado más sistemático que las que muestran los restos de animales».

 
 
 
 

La hipótesis más plausible para los autores es que un pueblo prehistórico rival, probablemente vecino del masacrado, realizó un acto de venganza con acciones desproporcionadamente violentas, quizá debido a una ofensa anterior (un robo, un insulto o agresión a un miembro de la comunidad contraria, etc.), el detonador de la violencia más habitual en sociedades pre-estatales, como documenta etnográficamente. El resultado: «Una matanza a gran escala seguida de un ritual de deshumanización que seguro tendría un gran eco en la región».

Y entonces llegó la peste

Aún existe una particularidad más en este yacimiento: los primeros resultados de los análisis genéticos, aún en curso, han revelado que al menos dos de los integrantes de aquel grupo, dos niños de 10 y 12 años, estaban contagiados con la bacteria Yersinia pestis, el agente que provoca la peste. «Se trata del primer caso de peste en Gran Bretaña», señala Ordoño, quien explica que este hallazgo fue publicado el año pasado en la revista ‘Nature Communications‘. «Si esto tuvo algo que ver en la tensión social es casi imposible de saber, pero podría haber sido un factor desencadenante. Más intrigante si cabe es pensar en las razones rituales y simbólicas que llevaron a una población a manipular y canibalizar a individuos contagiados por la peste…».

Este y otros desafíos son a los que se enfrentan a partir de ahora los investigadores, que aún esperan sacar más información de los más de 3.000 huesos hallados en Charterhouse Warren, desde las posibles relaciones de parentesco entre las víctimas a su dieta y biografías isotópicas, o incluso la forma en la que algunos huesos fueron, al parecer, cocidos. «Aunque de momento no se tiene previsión de seguir excavando, todo el material recuperado aún puede revelar muchas sorpresas», dice Ordoño. «Sin duda, estamos ante un yacimiento único».

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